Descender a los infiernos. Es lo que podría representar para el mandatario francés –quien ha sido calificado como 'rey' desde que asumió el poder– 'bajar a las calles' para conocer de 'primera mano' –de una forma que se perciba como creíble, y sin morir en el intento– las necesidades de sus 'súbditos'. Lanzó una propuesta que ha vuelto a ser rechazada por "demagógica y ofensiva".
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En este caso, podría entenderse como 'bajar a las calles', la carta abierta que escribió a sus paisanos, a quienes se dirigió como 'Queridas francesas, queridos franceses, mis queridos compatriotas". Unas palabras –y sólo éstas– que prefirió escribir de su propio puño y letra –tal vez como una forma de mostrarse cercano– por más que luego en el texto publicado, aparecieran también escritas por las teclas de un ordenador.
Para Sergio Fernández Riquelme, Dr. en Política Social y Sociología de la Universidad de Murcia, esta epístola se parece más a una "cartita a los reyes magos que parece que intenta desviar el problema que afecta a la ciudadanía de Francia y de otros países de la UE. […] No hace referencia a muchos de los problemas reales 'con nombres y apellidos' que tiene esta ciudadanía".
Este nuevo rechazo, en este caso a esta carta abierta, por parte de todas las esferas políticas y sociales francesas es una reacción que ya conoce el jefe de Estado galo desde aquellas propuestas que lanzó, también sin éxito, cuando las protestas iban por su cuarta semana, y que fueron descalificadas, tanto por la oposición, como por los propios ciudadanos.
En este contexto, es decir, en la misiva, Macron propone 35 preguntas para el 'grand dèbat' en torno a cuatro ejes: fiscalidad, organización del Estado, transición ecológica, y democracia y ciudadanía. Algunas de las cuestiones son: ¿Hay que hacer el voto obligatorio?, ¿qué propone para mejorar la inmigración en nuestra nación?, ¿qué proposiciones concretas haría para acelerar nuestra transición medioambiental?, o ¿qué impuestos hace falta bajar como prioridad?
"Preguntas que son muy generales, son a veces muy abstractas, y que no responden a muchas de las demandas que están planteando los chalecos amarillos que son básicas para cualquier ciudadano: qué va a pasar con mi trabajo, qué va a pasar con mi sueldo, qué va a pasar con el precio de los productos básicos, […] preguntas que nos hacemos los ciudadanos ante esta nueva globalización que exige competitividad y no exige hacer justicia", observa Fernádez Riquelme.
En este sentido, el analista expresa que "Macron y los poderes fácticos económicos que gobiernan el mundo y que gobiernan Francia, quieren que la transición ecológica, que la competitividad del mundo occidental, recaigan única y exclusivamente en las clases populares, obreras".
"Además, no le permite [a la ciudadanía] una participación real, por eso estamos viendo cómo este movimiento de los chalecos amarillos surge sin partidos políticos, sin sindicatos. Parece un Motín del Hambre del siglo XVII de personas que exigen participar realmente en un sistema francés donde los partidos políticos tradicionales están totalmente superados", concluye el Dr. Sergio Fernández Riquelme.