Tras sacar a Bolivia de un ciclo de décadas de inestabilidad política y económica, Morales está a punto de completar 13 años de presidencia ininterrumpida, récord insólito en el empobrecido país, y aspira a más.
"Tras el fracaso en La Haya, hemos asistido a una jugada magnífica, maestra, del Movimiento al Socialismo [MAS, el partido de Morales], porque en pocos días ha sacado de la agenda el tema político más importante y potencialmente dañino para el oficialismo, instalando en su lugar un debate sobre la candidatura presidencial que termina llevándose los titulares del año", dijo a Sputnik el analista político Marcelo Silva.
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La vida política y social de Bolivia estuvo marcada desde principios de año por el histórico juicio contra Chile en la Corte Internacional de Justicia de La Haya, planteado en 2013 para forzar a Santiago a un diálogo sobre la demanda boliviana de acceso marítimo que se arrastra desde fines del siglo XIX.
Pero el 1 de octubre de 2018, la Corte dijo no a la demanda boliviana, señalando que Chile nunca había asumido obligación de negociar sobre la demanda marítima de La Paz.
"Fue una derrota dolorosa para Bolivia; aun así, constituía un hecho que marcaría al país. En las últimas décadas, sin exagerar diríamos en el último siglo, la cuestión marítima ha sido el tema más importante en la historia del país", rememoró Silva, para considerar "una injusticia" que este asunto haya quedado relegado a un segundo plano por el conflicto en torno a la reelección.
Cambio de agenda
Ante la perspectiva de pagar por el fracaso en La Haya un costo político muy alto, tanto como el beneficio político que hubiera reportado la victoria, Morales minimizó la derrota, tomó la iniciativa de proponer a Chile un diálogo no impuesto por el juicio… y cambió de tema.
El MAS reinstaló el debate sobre la candidatura de Morales y desató un barullo político tan fuerte que menos de una semana después de la derrota en La Haya los bolivianos hablaban ya más de la repostulación presidencial que del mar, observó Silva.
La reelección indefinida del presidente, todavía en situación de conflicto, cierra el año político de Bolivia aunque en realidad ha estado en debate por más de una década.
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En 2009, apenas completado el tercer año de su primer mandato quinquenal, Morales promulgó la Constitución del Estado Plurinacional en la que la oposición conservadora logró incluir apenas una medida importante: la reelección presidencial solo por una vez consecutiva y no indefinida como pretendía el gobernante.
La historia reciente del conflicto comenzó el 21 de febrero (21F) de 2016, cuando Morales perdió por estrecho margen un referéndum para quitar de la Constitución la prohibición de reelección indefinida, pero no se dio por vencido.
La defensa del 21F emergió a inicios de 2018 como bandera de campaña de colectivos ciudadanos que con gritos y pancartas llegaron a interferir los casi diarios discursos de Morales en actos políticos y entregas de obras en todo el país.
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Esas protestas, con momentos destacados en los Juegos Sudamericanos de mayo en Cochabamba (centro) y la celebración oficial de las fiestas patrias de agosto en Potosí (sudoeste), terminaron forzando al Gobierno a dejar de divulgar la agenda presidencial.
¿La vía? Las elecciones primarias que la oposición aceptó a regañadientes sospechando que el MAS las aprovecharía para que el poder electoral avale la repostulación de Morales, siguiendo al Tribunal Constitucional, porque la ley dice que los candidatos que surjan de las primarias estarán habilitados para las generales de octubre.
Y así fue. La candidatura de Morales para el que sería su cuarto mandato consecutivo fue habilitada por el Tribunal Electoral el 4 de diciembre y ratificada 10 días después por ese mismo organismo al rechazar todas las impugnaciones presentadas por candidatos, partidos y activistas de oposición.
¿Solo reelección?
El analista Vicente Guardia, del grupo privado de investigación Comunidad Cívica, advirtió a Sputnik que la polvareda levantada por el debate sobre la nueva reelección de Morales oculta la "cuestión medular" de la disputa sobre el modelo económico y sobre el juego de intereses internacionales.
"No es una reelección más, es la continuidad o no del modelo político de inserción de las mayorías indígenas y campesinas y del modelo de estatización de la economía y nacionalización de empresas y recursos naturales", señaló.
Guardia dijo que por eso parecen confluir a fin de año pronunciamientos de expresidentes conservadores iberoamericanos, del Gobierno de Estados Unidos e inclusive de la Unión Europea a favor de la democracia "sugiriendo que ésta estaría en peligro".
"Casi sin disimulo, lo que hace esta comunidad internacional derechista, a título de proclamar principios democráticos, es propagar la idea del fin del tiempo de Morales, como terminaron los períodos de los Castro en Cuba, de [el fallecido Hugo] Chávez en Venezuela o de [el encarcelado Luiz Inácio] Lula [da Silva] en Brasil", añadió.
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Para enfrentar a los detractores internos y a los críticos externos, Morales proclama que el MAS sigue teniendo la llave de la estabilidad y el crecimiento de Bolivia, con una base de casi un millón de afiliados, más que toda la oposición junta.