El canal tuvo acceso a más de 400 mensajes que Khashoggi envió a través de la aplicación de WhatsApp al activista Omar Abdulaziz, que reside actualmente en Canadá.
Abdulaziz comentó en declaraciones a la cadena estadounidense que su compañero creía que Bin Salman "es un problema" y que "este niño debe ser frenado".
"En los intercambios casi diarios entre octubre de 2017 y agosto de 2018, Khashoggi y Abdulaziz concibieron un plan de formar un ejército electrónico para involucrar a jóvenes saudíes (…) y desacreditar la propaganda estatal en las redes sociales, aprovechando el perfil oficial de Khashoggi y la fuerza de 340.000 seguidores de Abdulaziz, de 27 años, en Twitter", informó la CNN.
Según Abdulaziz, Khashoggi prometió invertir una suma inicial de 30.000 dólares y conseguir el apoyo de "donantes ricos".
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En agosto, Abdulaziz comunicó a Khashoggi que recibió una información de que los funcionarios del Gobierno saudí estuvieron al tanto de sus planes.
"Qué Dios nos ayude", contestó entonces el periodista, que fue asesinado dos meses más tarde.
Se supone que el programa fue diseñado por una empresa israelí NSO Group por orden del Gobierno saudí y también apuntó contra al menos otros dos activistas saudíes.
Abdulaziz presentó una demanda contra la compañía israelí.
"El hackeo de mi teléfono jugó un papel principal en lo sucedido con Jamal (…) La culpa me está matando", lamentó el activista.
También recordó un episodio que ocurrió en mayo pasado cuando dos enviados del Gobierno saudí le comunicaron, durante un encuentro en la ciudad canadiense de Montreal, que el príncipe heredero sigue de cerca su actividad en Twitter y quiere ofrecerle un trabajo.
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Los hombres también mencionaron a Saud al Qahtani, exasesor de la corte real saudí, sospechoso de estar implicado en el asesinato de Khashoggi.
Los enviados dijeron a Abdulaziz que es necesario visitar la embajada saudí para recoger algunos documentos.
Khashoggi, conocido por sus críticas contra el príncipe heredero del reino, fue visto con vida la última vez el 2 de octubre, cuando entró en el consulado de su país en Estambul para recoger algunos papeles.
El diario The Washington Post, con el que Khashoggi colaboraba como columnista, denunció que el periodista había sido torturado, asesinado y desmembrado, cuando funcionarios saudíes aún se empeñaban en afirmar que había salido de la sede diplomática.
Ante la creciente presión internacional, Riad admitió primero que Khashoggi había fallecido en "una pelea" dentro del consulado; luego, que fue víctima de "una operación no autorizada"; y, finalmente, que se trató de un crimen premeditado.
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Arabia Saudí sostiene que el asesinato no tuvo nada que ver con la familia real, pero The Washington Post afirmó que la CIA indica en su informe al príncipe heredero, Mohammed bin Salman, como la persona que habría ordenado matar a Khashoggi.