Conspiración entre alemanes y Occidente, fuga de capitales, protección del Gobierno argentino a los prófugos y hasta la huida secreta en submarino por parte de Adolf Hitler son algunas de las conclusiones a las que ha llegado el escritor Abel Basti en sus años de investigación.
"Al final del conflicto, los nazis hicieron un acuerdo con EEUU a espaldas de la Unión Soviética, que fue traicionada porque eran aliados, para el traspaso de todo lo que era el capital del Tercer Reich: divisas, tecnología de punta, capital humano, científicos", dijo Basti a Sputnik.
Este plan, que habría sido ideado de antemano por Hitler como plan B ante la posible derrota en la guerra, habría contemplado varios programas secretos para el traslado durante las evacuaciones de cada tipo de capital, que funcionaban en simultáneo pero de manera independiente y sobre los que solo tenían conocimiento quienes estaban involucrados.
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¿Por qué Argentina? "Porque en la medida que el continente americano se va volcando hacia el apoyo a los Aliados y alineándose con EEUU, hay pocos países que van a mantener la neutralidad hasta el final, que a veces encubría cierto apoyo a los nazis", respondió Basti.
Luego de la declaración de guerra por parte de Brasil a las fuerzas del Eje en agosto de 1942, Argentina permanece como el único país neutral con litoral atlántico, hasta marzo de 1945, momento en que el Gobierno cede a la presión internacional y toma partido por las fuerzas aliadas.
En julio y agosto de 1945, escasos meses después de la capitulación del Ejército nazi, dos U-Boote se rindieron en el puerto de la ciudad bonaerense de Mar del Plata: el U530 y el U977. Pero estos habrían sido, para usar una metáfora marina, tan solo la punta del iceberg.
Según Basti, además de los más de 3.000 kilómetros de playas sin control, de los que los alemanes ya tenían un relevamiento efectuado desde la Primera Guerra Mundial, existían además grandes franjas de extensión costera que eran propiedad de capitales o de colonos germánicos, que ofrecían apoyo logístico terrestre y la infraestructura rudimentaria necesaria para el desembarco, carga y descarga.
"Durante la guerra había movimientos, idas y vueltas. Alemania estaba bloqueada entonces la posibilidad de abastecerse de determinados elementos sensibles, minerales estratégicos, podía hacerse a través de submarinos. A partir de marzo de 1945 empiezan a llegar los viajes sin retorno, por lo que varios van a ser auto hundidos para no dejar rastros", contó.
"De estos submarinos tenemos mucha constancia a través de la documentación desclasificada de la Armada Argentina. En el caso de Caleta de los Loros, en el Golfo de San Matías, cerca de la ciudad de Viedma [provincia de Río Negro], ahí los submarinos eran hundidos a equis metros de la costa en un lugar suficientemente profundo pero tampoco tan lejos como para facilitar el desembarco", aseguró Basti.
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"Los casos más significativos son los submarinos que llegaron a puertos militares argentinos bajo protección del Gobierno, sin contar los dos que se rindieron en Mar del Plata. Pero esa información está protegida como secreto de Estado, no está desclasificada, por lo que nos tenemos que mover por los testimonios y versiones de época", concluyó.
El escritor Laureano Clavero, oriundo de la localidad costera de Mar del Sud, publicó este año, en tándem con el autor español Pere Cardona, un libro que recopila algunos de estos relatos, titulado 'Segunda Guerra Mundial: 10 historias apasionantes'. Allí menciona los avistajes de submarinos emergiendo del mar, la presencia de hombres hablando en un idioma que los testigos desconocían, el hallazgo en las playas de cubiertos de alpaca producidos en Alemania, el desembarco en botes negros de hombres uniformados y cargando bultos y el pedido de confidencialidad por parte del estanciero Karl Gustav Eickenberg a sus peones.