El primero de ellos fue llevado a cabo por la compañía de análisis RAND, que intentó evaluar las capacidades de las Fuerzas Aéreas estadounidenses de hacer frente a ciertos retos.
Casi en ningún caso las Fuerzas Aéreas cuentan con el 100% de la capacidad necesaria para lograr sus objetivos, se dice en el estudio de RAND.
Por ejemplo, en un conflicto regional, las FFAA estadounidenses solo podrían cumplir con el 62% de los requisitos de ataque y el 65% de ataque terrestre.
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Entre los problemas reportados por el documento están los retrasos en el mantenimiento, la necesidad de partes de repuesto que ya no se fabrican, la falta de mecánicos y las aeronaves que ya superaron su vida útil.
"Cuando no se cumplen los objetivos de disponibilidad de los aviones, las misiones de entrenamiento y las operaciones de combate no pueden llevarse a cabo lo suficientemente rápido", señala el informe.
Un ejemplo de las consecuencias que ello acarrea es el caso de los cazas de quinta generación F-22. Los oficiales de las escuadras de los Raptors les explicaron a los autores del estudio que la falta de cazas disponibles lleva a la falta de pilotos entrenados.
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"Los oficiales añadieron que cuando no se cumplen con los objetivos de disponibilidad de aeronaves, no puede haber suficientes aviones para responder a las necesidades imprevistas", destaca el documento.
El verdadero problema es que algunas de las operaciones que se efectúan no implican muchos combates, pero son intensivas en términos de mantenimiento. Las cosas se ponen peor cuando se trata de una flota de aviones caros, envejecidos y en muchas ocasiones delicados, concluye el columnista.
Y todo esto, en un país que cuenta desde hace décadas con el mayor presupuesto militar del planeta.
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