Con el pago se habría comprado su silencio y la promesa de que no presentarían cargos por acoso sexual contra el ahora presidente de EEUU. Los demócratas se regocijan ante el panorama que se abre ante ellos, pero sacar a Trump de la Casa Blanca será como resolver la cuadratura del círculo, advierte Pavel Demídov, politólogo especialista en la política estadounidense, a la cadena rusa RBC.
En ese caso, ¿qué hay de nuevo bajo el sol? ¿Existen ahora suficientes motivos para un 'impeachment'? Lo indicado en la Constitución estadounidense sobre lo que sería suficiente para ello puede ser interpretado de muchas maneras. Se habla de alta traición, de sobornos y de 'cualquier crimen y fechoría', pero no se entra en detalles.
Demídov recuerda que durante la presidencia de Bill Clinton le acusaron de obstrucción a la justicia y de mentir bajo juramento. Y eso sin contar las implicaciones que tiene el haber engañado a la primera dama. Aun así no hubo ningún 'impeachment' y eso que la mayoría del Congreso estaba entonces en poder de los republicanos. Las probabilidades de que los miembros del partido se giren en contra de uno de los suyos son ínfimas, advierte Demídov.
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"Si el Partido Republicano estuviese planeando luchar contra Trump, habría comenzado a hacerlo antes. Pero durante el último año y medio el 'establishment' republicano ha visto necesario hacerse a la idea de que su base electoral apoya a su extravagante presidente y no a la cúpula del partido (…) Ni la mayoría de los votos en la Cámara de Representantes ni dos terceras partes de estos en el Senado pueden provocar hoy en EEUU un 'impeachment'", señala el politólogo ruso.
Por ahora, Trump cuenta con alrededor del 44% de aprobación entre los estadounidenses, si bien es más elevado el porcentaje que desaprueba su gestión: un 52%. Los sondeos y las encuestas muestran que los demócratas tienen buenas posibilidades de acabar ocupando "varias docena de escaños" en la Cámara de Representantes, advierte Demídov, en cuyo caso se harían con su control.
"[En ese escenario] Trump ya no podrá tirar adelante con su agenda a través del Congreso y, según el plan de los demócratas, [Donald Trump] saldrá de la Casa Blanca tras la elecciones de 2020".
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Sin embargo, el plan demócrata no es infalible. Primero porque a todos les tiene sin cuidado la moralidad de Trump. "Como el mismo dijo en enero de 2016, 'podría pegar un tiro a alguien en medio de la Quinta Avenida y no perdería votos'", recuerda el politólogo. En otras palabras: Trump va a seguir contando con el 40% del electorado pase lo que pase.
Precisamente por cómo se presentan las cosas para los demócratas, estos todavía rehúsan apoyar el 'impeachment'. Temen acabar uniendo "a la base 'trumpista'", añade. Su estrategia se seguirá basando en dejar que los republicanos pongan orden en su casa —a pesar de ser mayoría en el Congreso— y en presionar moralmente y hacer campaña a través de la prensa.
De ahí que, como resume Deminov, por ahora no hay fundamentos suficientes para pensar que el 'impeachment' está a la vuelta de la esquina. Se deberían alinear los planetas para ello: que los republicanos perdiesen por goleada en las legislativas, que los republicanos se sintiesen desilusionados seriamente con Trump y que su nivel de aprobación cayese como mínimo hasta el 30% o 35%. Un escenario tan imposible como que Trump haya ganado las elecciones, avisa.