Y es que más allá de que todo haya arrancado mucho antes – en su campaña presidencial con su 'America First' – que con los aranceles al acero y al aluminio que impuso al mundo entero hace ya unos meses, el pasado 6 de julio EEUU introdujo otros, del 25%, que pesan sobre bienes importados de China por un total de 34.000 millones de dólares. China acusó a EEUU de desatar una guerra comercial, y lejos de quedarse de brazos cruzados, le respondió el mismo día con medidas simétricas.
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El economista argentino Luis Palma Cané se muestra sorprendido ante el avance veloz de la guerra comercial "Yo no esperaba que se produjera tan rápido el cortocircuito entre China y EEUU. Pero lo más grave es que ya han empezado a expandirse la guerra comercial. La UE declaró que la guerra ya había comenzado y que era imperioso que el conjunto de naciones que la conforman actuara unido. Pero esto no termina ahí, porque también India y Suiza han empezado a protestar ante la Organización Mundial del Comercio", expone.
Palma Cané explica que uno de los golpes de Pekín afecta a las exportaciones de soja de EEUU hacia China, lo que golpea "al cordón del mid-west de EEUU, su parte agrícola, que fue una de las bases del triunfo de Trump", señala el economista.
Entonces, Trump indicó que en las próximas semanas se sumará otro tramo de aranceles por el equivalente a 16.000 millones de dólares más en importaciones desde el gigante asiático, y prometió sin falta, más aranceles a China: una nueva lista de productos chinos de hasta 200.000 millones de dólares en importaciones.
En este sentido, la jefa del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), Andrea Nahles, sintió que le tocaron la moral a su país: criticó al embajador de EEUU en Berlín, Richard Grenell, por llevar a cabo negociaciones con los jefes de la industria automotriz alemana y no por los cauces de rigor. "No somos una república bananera", le vociferó indignada.
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A renglón seguido, en una rueda de prensa conjunta con el primer ministro chino, Li Keqiang, Angela Merkel mostró su nerviosismo ante la posibilidad de una guerra comercial entre China y EEUU, ya que las consecuencias podrían afectar a las empresas alemanas.
Mientras, China pidió a sus empresas que modifiquen la estructura de las importaciones debido al aumento de los aranceles sobre los productos de EEUU y que aumenten las importaciones de otros países, comunicó el Ministerio de Comercio del país.
"Estamos ante un escenario muy peligroso, porque si se expande a nivel global, como es probable, si no la paran ya, esto va a implicar una suba generalizada de aranceles, restricciones al comercio internacional, devaluaciones masivas, enfriamiento de la economía global, presiones inflacionarias, desequilibrio del sistema financiero. Entonces, o se sientan (a negociar) y lo arreglan, o esto termina en un sistema muy complicado", concluye Luis Palma Cané.