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¡No le debemos nada a la OTAN! Por qué Turquía opta por las armas chinas

La guerra en Siria condujo a Turquía a salir de una cerrada confrontación con Irán. También le permitió establecer relaciones con Pekín y Moscú, dando la oportunidad de desempeñar nuevamente un papel clave en Oriente Medio. Pero, ¿qué busca Turquía en el desarrollo de las relaciones con China?
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Tradicionalmente, Turquía empatiza con la etnia uigur, que vive en las regiones del noroeste de la República Popular China y cuya lengua se enmarca en el grupo túrquico. En 2009 tuvo lugar un conflicto bilateral por las reyertas entre los uigures y los extremistas chinos que desembocaron en 200 víctimas mortales y 1.700 heridos. Turquía exigió que el asunto fuera presentado ante el Consejo de Seguridad, pero China lo rechazó, aclarando que eso supondría una injerencia en los "asuntos internos" del país.

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Según el artículo del director del Centro de Estudios de Oriente Medio en Jordania, Shehab Makahleh, Turquía y el gigante asiático trataron de mejorar sus relaciones a partir de 2009. Lo explica Makahleh con el hecho de que Ankara se dio cuenta de que el suministro de petróleo y gas —que es esencial para la industria turca— se veía muy afectado por las crisis en Siria e Irak, y por eso necesitaba fortalecer sus relaciones con este país asiático.

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Asimismo, Turquía planeaba beneficiarse de la ayuda del potencial económico chino en todos los ámbitos. La participación de Ankara en la OTAN no impidió desarrollar las relaciones con Pekín. A su vez, China quería aprovechar el papel importante de Turquía en las cuestiones regionales e internacionales.

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Las nuevas autoridades chinas que llegaron con la elección de Xi Jinping en 2013 declararon que fortalecerían la cooperación estratégica bilateral. La principal estrategia china en relación con Oriente Medio fue evitar intervenir en los asuntos internos de los Estados soberanos. Por eso se centró en establecer relaciones amistosas de cooperación con los países de la región.

A través de la mejora de las relaciones con Irán y Turquía, China alcanzó una mayor influencia económica y política en el golfo Pérsico, en Asia Central y en el sur de Europa.

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En 2010, Pekín y Ankara publicaron una declaración sobre el establecimiento de relaciones estratégicas. Expresaron su deseo de fortalecer la colaboración en los ámbitos del comercio, energía, educación, cultura, seguridad, turismo, etc.

Cada paso positivo en las relaciones bilaterales entre estos dos países fue apoyado por Irán, porque sus operaciones se tradujeron en el desarrollo económico con la ayuda de empresarios proiraníes en Turquía.

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Durante la visita a China en 2012 de Recep Tayyip Erdogan, que en aquel momento era primer ministro de Turquía, se firmó el tratado de cooperación nuclear. Un año después se anunció que Ankara había propuesto construir una segunda central nuclear en Turquía.

En cuanto a las relaciones militares, los expertos señalan que se habían sentado los cimientos ya en 1973 con la designación de Ismael Gurgen como agregado militar turco en Pekín. En 2010, cuando Washington se negó a participar en la formación de la Fuerza Aérea turca, dado que habían empeorado las relaciones entre Israel y Turquía, Pekín dejo a la Fuerza Aérea del país otomano realizar ejercicios junto a China.

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En octubre del 2013, China Precision Machinery Import-Export Corporation (Spmiec) ganó un contrato militar con Turquía de 4.000 millones de dólares con la venta de los sistemas de misiles de gran alcance FD-2000. Esta fue la primera vez que el gigante asiático vendió proyectiles a un Estado miembro de la OTAN.

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Por lo tanto, China logró la oportunidad de competir con EEUU, Francia, Italia, Alemania y Rusia —importadores militares principales para Turquía—.

Según los analistas militares, la importancia de este contrato para Turquía se debe a que el país obtendrá un sistema de defensa de gran alcance.

El asunto causó descontento en Washington, porque un miembro de la OTAN eligió a China, que se encontraba bajo sanciones estadounidenses. Además, Turquía no podrá utilizar estos misiles en el sistema de defensa de la OTAN. Este hecho provoca que la organización del único sistema de defensa otomano con países de la alianza se vuelva aún más complicada.

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Asimismo, la Alianza Atlántica se manifestó en contra del contrato con Rusia sobre la compra de los sofisticados sistemas antiaéreos rusos S-400, firmado en diciembre de 2017 bajo el pretexto de la imposibilidad de integrar los sistemas rusos en la infraestructura de la OTAN. Ankara descartó este argumento al recordar el servicio de los sistemas de la generación anterior, los S-300, en el Ejército de Grecia.

También aludió EEUU a posibles sanciones contra Turquía por hacer negocio con una empresa sancionada —Almaz-Antei, fabricante de los S-400, está bajo sanciones de Washington—. Ankara rechazó el lenguaje de las amenazas y prosiguió con el contrato.

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Por su parte, Rusia puso toda la carne en el asador para adelantar los suministros de los sistemas. Actualmente, se espera que las primeras unidades lleguen a Turquía dentro de un año, en julio de 2019, concluye el medio turco.

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