Se trata de la central nuclear de la localidad de Bugey, cerca de Lyon. Los aparatos sobrevuelan el área para luego estrellarse a propósito.
La policía francesa logró interceptar uno de los drones. El otro, decorado como si fuese Superman, fue el que se estrelló contra una instalación de almacenamiento de combustible.
Tras el episodio, Greenpeace ha asegurado que su objetivo era demostrar que las instalaciones nucleares son vulnerables a ataques externos. La empresa eléctrica estatal francesa, Électricité de France, señala que el ataque no representaba ninguna amenaza para la seguridad de la planta y que pretende denunciar a los ambientalistas.
Las defensas antiaéreas del contingente ruso repelieron los ataques en todos los casos, pero ya el hecho de poder llevar a cabo este tipo de operaciones no tripuladas demuestra que resulta preocupante la vulnerabilidad a la que se exponen aquellas instalaciones que no cuentas con sistemas militares de defensa. Suficiente para que los expertos en seguridad hayan dado la voz de alarma.
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