Según la revista The National Interest, los militares rusos están ocultando armas modulares intercambiables para las embarcaciones del país —cuyo ejemplo más conocido son los misiles antibuque Club-K— dentro de contenedores de envío que Rusia ofrece para la venta en el extranjero. Estos contenedores se pueden ocultar fácilmente en un puerto civil.
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Los contenedores de ferrocarril para armas y sensores no pueden resolver los problemas logísticos, pero sí convertir rápidamente buques portacontenedores no militares en plataformas de misiles flotantes y cazadores de submarinos en caso de guerra. Esta capacidad cambia radicalmente la correlación de fuerzas.
Además, estas armas son compatibles con nuevas clases de buques más livianos, como el patrullero del Proyecto 22160, que tiene un espacio interior bajo su plataforma de helicópteros, perfectamente adecuado para guardar armas en contenedores y otros sistemas. De este modo, una pequeña corbeta con misiles Kh-35 de 300 kilómetros de alcance puede superar un buque de combate estadounidense mucho más caro y mejor equipado.
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En la actualidad, si se conoce la clase de una embarcación, es bastante fácil determinar qué capacidades militares tiene la nave, pero en el futuro, con la llegada de los contenedores de lanzamiento universales y las potenciales capacidades militares basadas en contenedores de transporte, se requerirá de una información de inteligencia extremadamente precisa y continua de cada barco para saber de lo que es capaz en cada momento, según un informe de la Oficina de Estudios Militares Extranjeros del Ejército de EEUU.