"Vamos a comenzar hoy mismo a trabajar en un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional", anunció el presidente Mauricio Macri este miércoles 8 de mayo, en medio de las turbulencias desatadas por una huida de capitales que no se detiene.
En su mensaje, Macri reconoció que Argentina es "uno de los países del mundo que más depende del financiamiento externo". Según Clarín, el Gobierno pedirá "por lo menos 30.000 millones de dólares" de préstamo.
Durante los primeros dos años de mandato de Macri, el país tuvo un amplio financiamiento del exterior, pero ahora se enfrenta a un cambio de clima internacional, con la suba de las tasas de interés y el aumento del petróleo, que hacen cada vez más difícil y caro encontrar fondos para solventar el pesado déficit fiscal y de cuenta corriente.
Miguel Zielonka, director asociado de la consultora Econviews, dijo a Sputnik que la decisión del Gobierno obedece al "enrarecimiento de las condiciones internacionales, que afectan a todos los países emergentes", a lo cual se suman las "particularidades de Argentina, que la hacen más vulnerable".
Para Zielonka, esta medida es "mucho más enérgica" que las anunciadas hasta ahora para intentar contener la crisis cambiaria y la huida de los capitales extranjeros de las últimas semanas.
"Es una decisión razonable porque había que evitar un contagio mayor a la economía real y al mercado de crédito", opinó Ziekonka, quien reconoce que este es el "plan B" del Gobierno, aunque todavía no se sabe cuáles serán los términos del posible acuerdo con el FMI, las condiciones, los plazos y los montos.
La decisión vuelve a revivir en amplios sectores sociales el temor a los estallidos de diciembre de 2001, cuando la crisis económica forzó la renuncia del presidente Fernando de la Rúa. "Recurrir al FMI va a tener un costo político porque la ciudadanía recuerda la crisis de 2001, cuando Argentina estaba bajo un programa de supervisión del FMI", señaló Zielonka.
El país se desprendió de la tutela del organismo internacional en 2006, cuando el Gobierno de Néstor Kirchner canceló la totalidad de la deuda con el Fondo y desde entonces no volvió a ser supervisado por las autoridades del FMI.
Martín Redrado, expresidente del Banco Central, consideró la medida como "un paso atrás".
Para el economista José Luis Espert, se trata del "fracaso del gradualismo".
Alejandro Vanoli, expresidente del Banco Central, fue más duro: "Pan para hoy, hambre para mañana", escribió en su cuenta de Twitter.