"El Carnaval de Oruro integra diferentes estratos y mentalidades culturales y no deja de tener un componente subversivo en la medida que rompe cánones culturales muy tradicionales cuando el diablo, la víbora y los sapos adoran a la Virgen", dijo el experto.
Guzmán, que ha realizado investigaciones sobre el mundo andino y sus manifestaciones culturales, explica que gran parte de la simbología que se muestra en la conocida entrada folklórica del Carnaval de Oruro emerge de las profundidades de la tierra, del "manka pacha" (de la tribu aymara) o el mundo de adentro.
A la figura del Tío se suman otras imágenes andinas propias del mundo subterráneo como las serpientes y los sapos, o rituales como la ch"alla que es el culto a la tierra que se mezclan en la fiesta para la Virgen del Socavón, de ahí el carácter religioso del derroche, pero también subversivo en la medida que aquellos símbolos se hacen presentes.
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Según Guzmán, en su afán subversivo —durante la colonia (1781)—, líderes indígenas como Túpac Amaru y Túpac Katari adoptaron para sus nombres "amaru" (quechua) y "katari" (aymara) significan serpiente, considerada sagrada y un símbolo de rebelión por el mundo andino.
En ese marco, sigue el experto, lo religioso andino se mezcla con las tradiciones católicas para honrar a la Virgen del Socavón que desde la perspectiva andina es vista como la Madre Tierra (Pachamama en aymara), como la diosa de la fertilidad y la abundancia.
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En las danzas que se le dedican a la Virgen se pueden admirar diablos machos y diablos hembras adorandola.
Para Guzmán, la simbología que muestra el Carnaval de Oruro es una prueba de que el "mundo andino no ha muerto, sigue vigente, sigue vivo a través de máscaras, formas y símbolos culturales".
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EL 10 de enero Oruro será el centro de atención cuando unos 48 conjuntos folclóricos recorran las calles de esta ciudad minera mostrando las danzas propias de este país sudamericano.