No es la primera vez en los últimos años que caros y ambiciosos proyectos navales de las potencias occidentales corren el riesgo de fracasar debido a una ejecución mediocre, unos requerimientos inadecuados de los clientes o un aumento de costo. El columnista de Sputnik, Andréi Kots, analiza los problemas de los buques y submarinos más nuevos y prometedores de los países-líderes de la OTAN.
El alemán escorado
Sin embargo, las pruebas han demostrado que el cerebro electrónico falla mucho. En particular, los ingenieros no lograron un funcionamiento estable de la estación de radar de a bordo. Sin este sistema el buque de guerra se vuelve ciego y vulnerable incluso para un enemigo mucho más débil.
Mientras que los problemas del software pueden resolverse relativamente rápido, es mucho más difícil corregir el defecto de la inclinación del buque, provocada por errores en el diseño del barco. Para arreglarlo, sería necesario rediseñar completamente la fragata. En este contexto, otros problemas, como la insuficiente seguridad contra incendios de los compartimentos de combustible, parecen muy pequeños, opina el columnista.
"Incluso si se repara la nave, no está claro si podrá defenderse de los grupos terroristas armados con misiles antibuque. Además, le costará enfrentarse a los submarinos rusos en el mar Báltico, puesto que la fragata carece de sónar y torpedos. Todo esto indica que el comando militar alemán no pudo formular claramente sus requisitos para el nuevo barco", analiza William Wilkes en su artículo para el diario estadounidense The Wall Street Journal.
Portaviones sin escolta
Andréi Kots observa que actualmente la flota británica no tiene ni un solo destructor eficiente. Otros cinco barcos del proyecto se basan en Portsmouth debido a las reparaciones planificadas, la escasez de marineros y los mismos problemas con los motores que no funcionan bien en climas cálidos.
Además, el Queen Elizabeth no está protegido por sistemas de defensa aérea, a excepción de varias instalaciones de artillería antiaérea que solo agregan problemas a la escolta, señala Kots. Por si fuera poco, el 19 de diciembre se informó que el portaviones de más de 3.000 millones de libras esterlinas —unos 4.135 millones de dólares— gotea constantemente debido a un sellado defectuoso.
Submarino 'dorado'
El Pentágono esperaba recibir 32 naves de este tipo por 40.000 millones de dólares. Sin embargo, el costo creció a un ritmo vertiginoso. El pedido se redujo a 24 destructores y, más tarde, a siete. Finalmente, la flota decidió limitarse solo a tres barcos de 4.400 millones de dólares cada uno.
El destructor principal de la serie DDG-1000 se lanzó el 16 de octubre de 2016 y ya sufrió un fallo técnico en el canal de Panamá. Y en diciembre del año pasado, durante unas pruebas, se estropeó su hermano menor DDG-1001. Además, el Pentágono aún no ha propuesto una alternativa a los costosos proyectiles LRLAP de 155 mm —800 mil dólares por unidad—, para la instalación de artillería del Zumwalt.
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A principios de enero, la Oficina de Responsabilidad Gubernamental de EEUU informó que la Marina subestimó los riesgos tecnológicos del programa. Varias tecnologías fundamentales para los submarinos de clase Columbia de la Marina de Guerra de EEUU necesitan más desarrollo y pruebas para evitar posibles retrasos y mayores costos, subrayaron los auditores.