¿Es momento de que el Estado impulse su propia aplicación de mensajería?
¿Es momento de que el Estado impulse su propia aplicación de mensajería?
Sputnik Mundo
Han pasado 15 años desde que la llegada de WhatsApp marcó un parteaguas en la manera en que las personas se comunican. Sin embargo, tanto esta como otras... 08.09.2024, Sputnik Mundo
El pasado 9 de julio, Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, anunció que dejará de usar la aplicación de mensajería WhatsApp, que, según dijo, está siendo utilizada para amenazar a su país. Si bien, el mandatario no ofreció más información al respecto, la empresa dueña de la app ya ha sido señalada como partícipe en injerencia electoral.WhatsApp fue adquirida en el año 2014 por Facebook (actualmente arraigada en la empresa Meta, prohibida en Rusia por extremista). Dicha red social se vio envuelta en un escándalo de gran magnitud luego de que se reveló que la empresa Cambridge Analytics utilizó datos obtenidos de ella con el fin de influir en los votantes indecisos de Estados Unidos en las elecciones de 2016."A través de la aplicación de un tercero, Cambridge Analytica obtuvo indebidamente datos de hasta 87 millones de perfiles de Facebook, que incluían actualizaciones de estado, indicaciones de 'me gusta' e incluso mensajes privados", se lee en una nota de la organización Amnistía Internacional, publicada en 2019.Este escándalo generó preocupaciones en torno al uso por parte de las empresas de la gran cantidad de información que circula tanto en las redes sociales como en este tipo de aplicaciones, lo cual representa un millonario negocio por su uso con fines publicitarios e incluso propagandísticos.El mercado de los datos personalesRubén Darío Vázquez, maestro en Comunicación e Innovación Tecnológica por la UNAM, destacó en entrevista para Sputnik que, en tiempos recientes, los países han optado por regulaciones más estrictas con la intención de proteger los datos personales, en específico para regular la forma en la que la iniciativa privada comercia con esta información.“Sí, hay legislaciones, pero también hay muchos vacíos legales, puesto que la tecnología avanza mucho más rápido que nuestra capacidad de entenderla y, por supuesto, nuestra capacidad de legislarla”, comentó el especialista.El analista destaca además que, por parte de la población, existe un profundo desconocimiento sobre qué son los datos personales, cuál es el uso que se les da y cuál es su valor en el mercado.En específico, el uso de información personal por parte de las compañías que tienen acceso a ella consiste en mejorar el impacto de la publicidad personalizada.Por ejemplo, en la política de privacidad de WhatsApp se establece que los usuarios que hagan uso de la aplicación aceptan que se comparta información entre los productos de Meta para “mejorar sus servicios y tus experiencias al usarlos, por ejemplo, hacer sugerencias para ti (por ejemplo, de conexiones de amigos o grupos o de contenido interesante), personalizar funciones y contenido, ayudarte a completar compras y transacciones, y mostrarte publicidad y ofertas relevantes”.Otro mercado que ha surgido gracias tanto a las redes sociales como a las aplicaciones de mensajería es el de la circulación de contenidos. A finales de abril de este año se informó que reguladores europeos investigarían a Meta por la falta de monitoreo de los contenidos en sus aplicaciones, lo cual habría tenido un impacto negativo en las elecciones realizadas en el eurobloque.El especialista consultado por Sputnik destaca que estos contenidos se mueven generalmente a través de campañas publicitarias que, valiéndose de grandes volúmenes de datos personales, se difunden de manera automatizada a determinados segmentos de la población.Sin embargo, hace hincapié en que “sería imposible que cualquier conjunto de humanos supervisara qué se está ofreciendo y dónde se está ofreciendo”.La moderación de contenidos también supone otro reto que es el respeto a la privacidad de las personas. La reciente detención de Pável Dúrov, fundador de la aplicación de mensajería Telegram, levantó una serie de críticas por el trasfondo de los cargos por los que se le buscó impugnar. El caso en su contra surge por la negativa a compartir información de sus usuarios y los contenidos que comparten.“El dinero es el que se debe regular, no los contenidos, no las personas, no la orientación política de las personas, ni mucho menos; son meramente los modelos de negocio y la forma en la que se genera dinero dentro de las plataformas digitales, ese el interés que debería tener el Estado”, consideró el maestro Vázquez.Una app de mensajería nacionalFuera de la regulación que las aplicaciones de mensajería o las redes sociales deben tener, surge la cuestión sobre si el Estado tiene algún interés en promover sus propias plataformas orientadas más al servicio de la ciudadanía que al beneficio económico.Para ello, el analista señala que, en primer lugar, tendría que garantizarse un acceso y uso libre de la aplicación fundada por el Estado, es decir, evitar a toda costa la exclusión por asuntos ideológicos, políticos, religiosos o sociales.“En todo caso, debería ser una especie de asociación entre iniciativa privada y el Estado, como sucede en muchos otros desarrollos del país, en donde se pudiera crear, digamos, una plataforma de telecomunicaciones digitales a las que cualquier persona pudiera acceder”, concluyó.
Han pasado 15 años desde que la llegada de WhatsApp marcó un parteaguas en la manera en que las personas se comunican. Sin embargo, tanto esta como otras aplicaciones de mensajería han generado cuestionamientos sobre la privacidad y el uso de datos personales, ¿es momento de que el Estado ofrezca este servicio a la población?
El pasado 9 de julio, Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, anunció que dejará de usar la aplicación de mensajería WhatsApp, que, según dijo, está siendo utilizada para amenazar a su país. Si bien, el mandatario no ofreció más información al respecto, la empresa dueña de la app ya ha sido señalada como partícipe en injerencia electoral.
WhatsApp fue adquirida en el año 2014 por Facebook (actualmente arraigada en la empresa Meta, prohibida en Rusia por extremista). Dicha red social se vio envuelta en un escándalo de gran magnitud luego de que se reveló que la empresa Cambridge Analytics utilizó datos obtenidos de ella con el fin de influir en los votantes indecisos de Estados Unidos en las elecciones de 2016.
"A través de la aplicación de un tercero, Cambridge Analytica obtuvo indebidamente datos de hasta 87 millones de perfiles de Facebook, que incluían actualizaciones de estado, indicaciones de 'me gusta' e incluso mensajes privados", se lee en una nota de la organización Amnistía Internacional, publicada en 2019.
Este escándalo generó preocupaciones en torno al uso por parte de las empresas de la gran cantidad de información que circula tanto en las redes sociales como en este tipo de aplicaciones, lo cual representa un millonario negocio por su uso con fines publicitarios e incluso propagandísticos.
En México, el 92,2% de los usuarios de internet utilizan WhatsApp, esto de acuerdo con información presentada por el portal Statista, correspondiente al 2023.
El mercado de los datos personales
Rubén Darío Vázquez, maestro en Comunicación e Innovación Tecnológica por la UNAM, destacó en entrevista para Sputnik que, en tiempos recientes, los países han optado por regulaciones más estrictas con la intención de proteger los datos personales, en específico para regular la forma en la que la iniciativa privada comercia con esta información.
“Sí, hay legislaciones, pero también hay muchos vacíos legales, puesto que la tecnología avanza mucho más rápido que nuestra capacidad de entenderla y, por supuesto, nuestra capacidad de legislarla”, comentó el especialista.
El analista destaca además que, por parte de la población, existe un profundo desconocimiento sobre qué son los datos personales, cuál es el uso que se les da y cuál es su valor en el mercado.
En específico, el uso de información personal por parte de las compañías que tienen acceso a ella consiste en mejorar el impacto de la publicidad personalizada.
Por ejemplo, en la política de privacidad de WhatsApp se establece que los usuarios que hagan uso de la aplicación aceptan que se comparta información entre los productos de Meta para “mejorar sus servicios y tus experiencias al usarlos, por ejemplo, hacer sugerencias para ti (por ejemplo, de conexiones de amigos o grupos o de contenido interesante), personalizar funciones y contenido, ayudarte a completar compras y transacciones, y mostrarte publicidad y ofertas relevantes”.
Otro mercado que ha surgido gracias tanto a las redes sociales como a las aplicaciones de mensajería es el de la circulación de contenidos. A finales de abril de este año se informó que reguladores europeos investigarían a Meta por la falta de monitoreo de los contenidos en sus aplicaciones, lo cual habría tenido un impacto negativo en las elecciones realizadas en el eurobloque.
El especialista consultado por Sputnik destaca que estos contenidos se mueven generalmente a través de campañas publicitarias que, valiéndose de grandes volúmenes de datos personales, se difunden de manera automatizada a determinados segmentos de la población.
Sin embargo, hace hincapié en que “sería imposible que cualquier conjunto de humanos supervisara qué se está ofreciendo y dónde se está ofreciendo”.
La moderación de contenidos también supone otro reto que es el respeto a la privacidad de las personas. La reciente detención de Pável Dúrov, fundador de la aplicación de mensajería Telegram, levantó una serie de críticas por el trasfondo de los cargos por los que se le buscó impugnar. El caso en su contra surge por la negativa a compartir información de sus usuarios y los contenidos que comparten.
“El dinero es el que se debe regular, no los contenidos, no las personas, no la orientación política de las personas, ni mucho menos; son meramente los modelos de negocio y la forma en la que se genera dinero dentro de las plataformas digitales, ese el interés que debería tener el Estado”, consideró el maestro Vázquez.
Una app de mensajería nacional
Fuera de la regulación que las aplicaciones de mensajería o las redes sociales deben tener, surge la cuestión sobre si el Estado tiene algún interés en promover sus propias plataformas orientadas más al servicio de la ciudadanía que al beneficio económico.
“Así como (el Gobierno) construye carreteras, así como construye presas, así como brinda servicios de electricidad, energéticos y demás, pues también debería brindar estos servicios de telecomunicaciones que son parte fundamental en este momento de la vida diaria de las personas”, destacó el analista para Sputnik.
Para ello, el analista señala que, en primer lugar, tendría que garantizarse un acceso y uso libre de la aplicación fundada por el Estado, es decir, evitar a toda costa la exclusión por asuntos ideológicos, políticos, religiosos o sociales.
“En todo caso, debería ser una especie de asociación entre iniciativa privada y el Estado, como sucede en muchos otros desarrollos del país, en donde se pudiera crear, digamos, una plataforma de telecomunicaciones digitales a las que cualquier persona pudiera acceder”, concluyó.
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