Los 5 años de "paz" en Colombia rayan en el fracaso
© REUTERS / Luisa GonzalezEl secretario general de la ONU, Antonio Guterres, con un coro de niños durante un evento con motivo de la conmemoración del quinto aniversario desde la firma de un acuerdo de paz entre los rebeldes de las FARC y el Gobierno, en Bogotá, Colombia, el 24 de noviembre de 2021
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Aquel apretón de manos entre el entonces presidente de Colombia, Juan Manuel Santo, premio Nobel de la Paz 2016, y el líder de la guerrilla de las FARC, Rodrigo Londoño alias 'Timochenko', parece ahora muy lejano. Aunque desde que se selló el acuerdo de paz han pasado cinco años, un lustro, la violencia sigue imperando en ese país latinoamericano.
No hubo muchas alharacas para recordar la fecha ni tan siquiera ante un visitante tan especial como el secretario general de Naciones Unidas, el portugués António Guterres, porque las posiciones entre el Gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias Colombianas (FARC) están muy alejadas.
Los principales protagonistas lanzan mensajes vacíos que deben llegar con acciones. Según el presidente actual, Iván Duque: "la consolidación de la paz empieza por un rechazo absoluto, incuestionable, diáfano de cualquier forma de violencia. Para Londoño, "si no trabajamos en función de la reconciliación de los colombianos, va a ser muy difícil que continúe Colombia en paz".
Poca paz mucha violencia
Lo lamentable es que 296 exguerrilleros y 675 líderes sociales y defensores de los derechos humanos han sido asesinados en este periodo de tiempo transcurrido. Y a Bogotá llegaron 7 millones de colombianos para escapar de aquellas regiones todavía azotadas por la violencia. De esa manera, Colombia se ha convertido en uno de los países con más desplazados internos del mundo. Los acuerdos de paz no han acabado con las duras imágenes de familiares abrazados a los ataúdes de las víctimas. Y como destacó el propio Guterres, los asesinatos "funden las esperanzas de la población en un documento que cada vez asemeja más a papel mojado".
La lentitud de la Administración de Estados Unidos para sacar a las FARC de su lista de organizaciones terroristas –recién esta semana–, tampoco contribuyó a fortalecer un proceso ya de por sí muy delicado.
Otra asignatura pendiente radica en la enorme cifra de desaparecidos: 120.000 personas, en más de medio siglo –52 años exactamente– de conflicto armado. Por eso Rosa Rodríguez muestra a todos la foto en color de un joven y aguarda la llamada de alguien que le diga que encontraron los restos mortales de su hijo o que está en la fiscalía o donde sea. Rosa quiere descansar y asumir el destino por funesto que sea. A fin de cuentas, son las mujeres –madres, esposas, hermanas– las que lideran la búsqueda de los desaparecidos en todos los bandos.
Cinco años sin progreso
Al proceso de paz se acogieron más de 13.000 combatientes y se reincorporaron a la vida civil gracias a proyectos productivos. Dejaron las armas y la selva y arrancaron de cero, con desigual suerte. Los exguerrilleros consiguieron representación en el Parlamento bicameral con el nombre de Comunes. El acuerdo de paz garantiza a su partido una bancada de 10 escaños (cinco en el Senado y en el Congreso) por dos periodos legislativos, a pesar de que las urnas no les fueron propicias, pues en 2018 apenas lograron 85.000 votos y renunciaron a la candidatura presidencial de Londoño. Ahora se están acostumbrando al despiadado mundo de la política, donde reciben la abierta hostilidad del Centro Democrático, el partido conservador populista en el que milita el presidente Duque y que fue fundado en 2013 por su predecesor en el cargo, Álvaro Uribe.
También avanza, aunque muy despacio, la llamada "justicia de transición" que debe investigar los crímenes cometidos durante la guerra.
Entre el descontento y el miedo, el balance de estos cinco años raya en el fracaso, porque la violencia no ha cesado y no se respeta lo escrito.
La desmovilización de las FARC ha beneficiado singularmente a organizaciones criminales y narcotraficantes que han ocupado esos territorios rurales de difícil acceso y que continúan atemorizando a la población. Para esa gente poco ha cambiado el panorama; solo mudaron los extorsionadores.
La guerra no supone progreso ni avance alguno y esta paz frágil y casi falseada no ha llevado prosperidad a muchos municipios colombianos recónditos donde abundan los campesinos indígenas y donde no llegó el Estado. Un texto no resuelve el conflicto, sobre todo el conflicto social, la desigualdad y la marginación.
Por si fuera poco, el fiasco en el pasado de otros procesos de paz está firmemente anclado en la memoria colectiva del pueblo colombiano. Y además, siguen operativas las facciones de las FARC que no aceptaron el acuerdo, junto a guerrillas del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y el Ejército Popular de Liberación (EPL).
Consecuencias
Guterres fue bastante crítico. Visitó algunas de las zonas más afectadas por el conflicto, se reunió con excombatientes, comprobó los avances y compromisos alcanzados, pero también lo mucho que queda por hacer sobre el terreno. Sin citar a nadie en particular, el secretario general de la ONU reconoció que el proceso de paz tiene enemigos.
El papel de Duque en materia de seguridad ciudadana está siendo muy denunciado. Su popularidad anda por los suelos. Pero el mayor problema no es él mismo sino el propio Uribe, quien sigue echando leña al fuego. La última vez que lo hizo fue en una dura carta dirigida precisamente al citado Guterres, donde afirmaba que la paz fue una "imposición antidemocrática" que polarizó el país, en referencia al referéndum organizado en 2016 que dio el triunfo al no al acuerdo. La misiva llena de reflexiones muy comentadas ha cobrado especial valor porque la ONU fue el garante internacional del acuerdo firmado en La Habana.
© REUTERS / Luisa GonzalezEl secretario general de la ONU, Antonio Guterres, durante un evento con motivo de la conmemoración del quinto aniversario desde la firma de un acuerdo de paz entre los rebeldes de las FARC y el Gobierno, en Bogotá, Colombia, el 23 de noviembre de 2021
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, durante un evento con motivo de la conmemoración del quinto aniversario desde la firma de un acuerdo de paz entre los rebeldes de las FARC y el Gobierno, en Bogotá, Colombia, el 23 de noviembre de 2021
© REUTERS / Luisa GonzalezEl secretario general de la ONU, Antonio Guterres, durante un evento con motivo de la conmemoración del quinto aniversario desde la firma de un acuerdo de paz entre los rebeldes de las FARC y el Gobierno, en Bogotá, Colombia, el 24 de noviembre de 2021
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, durante un evento con motivo de la conmemoración del quinto aniversario desde la firma de un acuerdo de paz entre los rebeldes de las FARC y el Gobierno, en Bogotá, Colombia, el 24 de noviembre de 2021
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, durante un evento con motivo de la conmemoración del quinto aniversario desde la firma de un acuerdo de paz entre los rebeldes de las FARC y el Gobierno, en Bogotá, Colombia, el 23 de noviembre de 2021
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, durante un evento con motivo de la conmemoración del quinto aniversario desde la firma de un acuerdo de paz entre los rebeldes de las FARC y el Gobierno, en Bogotá, Colombia, el 24 de noviembre de 2021
En cualquier caso, la pobre gestión de Duque, heredero del uribismo, tendrá consecuencias en las próximas elecciones presidenciales fijadas para el 29 de mayo. Es casi seguro que el candidato de Duque y Uribe, Óscar Iván Zuluaga, no pase el corte de la primera vuelta y caiga eliminado. La jefatura del Estado se dirimirá en una segunda ronda decisiva entre el excandidato de Bogotá, el izquierdista Gustavo Petro, quien cuenta ya con el 20% de los apoyos, y el candidato centrista que salga de unas primarias que se celebrarán en marzo. Los mejores situados son Sergio Fajardo, exalcalde de Medellín, y Alejandro Gaviria, exministro de Salud cuando el gobierno de Juan Manuel Santos.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK