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La vacuna de Moderna, efectividad indiferente a la pobreza
La vacuna de Moderna, efectividad indiferente a la pobreza
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El laboratorio estadounidense Moderna ha desarrollado una de las vacunas más efectivas contra el COVID-19 a costa de eludir el envío de dosis a países de... 21.10.2021, Sputnik Mundo
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La pandemia de COVID-19 no ha terminado, a pesar de que la vacunación contra la enfermedad pandémica avanza en todos los países del mundo. Y si no ha culminado para los países ricos y de ingreso medio, mucho menos para los pobres, que no solo han tenido que combatir al virus sino también la profunda desigualdad en la distribución de las dosis.La forma desigual en que países ricos y pobres accedieron a las vacunas contra el COVID-19 no fue ocultada por los presidentes de los países. La Asamblea General de Naciones Unidas en septiembre de 2021 fue la plataforma perfecta para que mandatarios de países de América Latina plantearan su disconformidad con la situación, superando incluso sus diferencias ideológicas.Así, por ejemplo, tanto los presidentes de Colombia, Iván Duque, y de Chile, Sebastián Piñera, como los de Perú, Pedro Castillo, y de Argentina, Alberto Fernández, aprovecharon la tarima de la ONU para denunciar las fallas del multilateralismo y el fracaso de las iniciativas para hacer de las vacunas bienes globales sin restricciones en sus patentes.Y es que, en efecto, las inequidades en el reparto de la dosis tuvieron mucho que ver con las posturas del puñado de laboratorios privados que fabricaron las vacunas más difundidas. Un informe de Amnistía Internacional publicado en septiembre de 2021 repasa la postura de "los principales fabricantes occidentales" de las vacunas como Pfizer y Moderna para comprender "el origen de las decisiones empresariales que beneficiaron a un pequeño número de países ricos al tiempo que impedían que otros fabricantes produjeran sus propias vacunas".Para Amnistía Internacional, los fabricantes de vacunas "han desempeñado un papel determinante en la limitación de la producción global de vacunas y la obstrucción del acceso equitativo a un producto sanitario que salva vidas". Además de negarse a compartir la fórmula de las vacunas, los laboratorios vendieron casi toda su producción a países de ingresos altos, haciendo que los de ingresos bajos y medios tuvieran serios problemas para comprarlas.El informe recoge un dato ilustrativo del problema: el 99% de las entregas de vacunas hechas por Pfizer fueron a países de ingresos altos y medio altos. Moderna no se queda atrás y envió a estos países el 88% de su producción.El desinterés por asegurar la llegada de vacunas a países con ingresos bajos se refleja en la escasa colaboración con el programa Covax, impulsado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para lograr una inmunización más equitativa. Moderna solo aportó el 3,4% de su producción a este programa.¿Cuánto ganó Moderna por su vacuna contra el COVID-19?El informe también ubica a Pfizer y Moderna como los laboratorios que han cobrado precios más altos por sus vacunas y consigna que, de acuerdo a la plataforma de datos Airfinity, las empresas tuvieron ingresos por más de 130.000 millones de dólares por la venta de vacunas contra el COVID-19.Un reciente artículo del New York Times pone foco en Moderna y consigna que mientras Pfizer acordó vender a precios más bajos sus vacunas destinadas a países pobres (Túnez, por ejemplo, paga 7 dólares por dosis), Moderna mantiene sus precios más elevados. Según los pocos datos disponibles, EEUU pagó entre 15 y 16,50 dólares por dosis, mientras que la Unión Europea ha abonado entre 22,60 y 25,50 dólares por dosis.Más caras han sido las dosis vendidas a Botsuana, Tailandia y Colombia, países que según el medio estadounidense pagan entre 27 y 30 dólares. Además de los precios elevados, esos países debieron afrontar retrasos importantes en las entregas acordadas con la compañía. Países africanos podrían comprar dosis de Moderna a un módico precio de 10 dólares. Sin embargo, esas entregas se harían recién en 2022, luego de que el laboratorio estadounidense haya cumplido con todos sus clientes de mejores ingresos.El desarrollo de la vacuna contra el COVID-19 ha sido un éxito económico para la empresa. Según datos de la empresa citados por el New York Times, Moderna cerrará el 2021 con ingresos por 20.000 millones de dólares por la venta de vacunas contra el COVID-19 y ya ha firmado acuerdos para 2022 por 12.000 millones de dólares que podrían convertirse en 16.000 millones más si se concretan las opciones adicionales de esos contratos.La vacuna contra el COVID-19 es actualmente el único producto comercializado por Moderna. La apuesta no ha sido mala, ya que el valor de mercado de la firma estadounidense se ha triplicado en tan solo un año, superando los 120.000 millones de dólares.De todos modos, el modelo de negocios prevé expandirse aún más, ya que el laboratorio está desarrollando vacunas contra la gripe y el zika, entre otras enfermedades. También lleva adelante estudios preclínicos de una vacuna contra el VIH.
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La vacuna de Moderna, efectividad indiferente a la pobreza
16:17 GMT 21.10.2021 (actualizado: 22:17 GMT 01.06.2022) El laboratorio estadounidense Moderna ha desarrollado una de las vacunas más efectivas contra el COVID-19 a costa de eludir el envío de dosis a países de ingresos bajos. Mientras triplica su valor de mercado, la empresa vende una de las vacunas antiCOVID más caras y obliga a los países pobres a esperar a 2022.
La
pandemia de COVID-19 no ha terminado, a pesar de que
la vacunación contra la enfermedad pandémica avanza en todos los países del mundo. Y si no ha culminado para los países ricos y de ingreso medio, mucho menos para los pobres, que no solo han tenido que combatir al virus sino también la profunda
desigualdad en la distribución de las dosis.
La forma desigual en que países ricos y pobres accedieron a las vacunas contra el COVID-19 no fue ocultada por los presidentes de los países. La Asamblea General de Naciones Unidas en septiembre de 2021 fue la plataforma perfecta para que
mandatarios de países de América Latina plantearan su disconformidad con la situación, superando incluso sus diferencias ideológicas.
Así, por ejemplo, tanto los presidentes de Colombia, Iván Duque, y de Chile, Sebastián Piñera, como los de Perú, Pedro Castillo, y de Argentina, Alberto Fernández, aprovecharon la tarima de la ONU para denunciar las fallas del multilateralismo y el fracaso de las iniciativas para hacer de las vacunas bienes globales sin restricciones en sus patentes.
19 de octubre 2021, 20:10 GMT
Y es que, en efecto, las inequidades en el reparto de la dosis tuvieron mucho que ver con las posturas del puñado de laboratorios privados que fabricaron las vacunas más difundidas. Un
informe de Amnistía Internacional publicado en septiembre de 2021 repasa la postura de "los principales fabricantes occidentales" de las
vacunas como Pfizer y Moderna para comprender "el origen de las decisiones empresariales que beneficiaron a un pequeño número de países ricos al tiempo que impedían que otros fabricantes produjeran sus propias vacunas".
Para Amnistía Internacional, los fabricantes de vacunas "han desempeñado un papel determinante en la limitación de la producción global de vacunas y la obstrucción del acceso equitativo a un producto sanitario que salva vidas". Además de negarse a compartir la fórmula de las vacunas, los laboratorios vendieron casi toda su producción a países de ingresos altos, haciendo que los de ingresos bajos y medios tuvieran serios problemas para comprarlas.
El informe recoge un dato ilustrativo del problema: el 99% de las entregas de vacunas hechas por Pfizer fueron a países de ingresos altos y medio altos. Moderna no se queda atrás y envió a estos países el 88% de su producción.
El desinterés por asegurar la llegada de vacunas a países con ingresos bajos se refleja en la escasa colaboración con el programa Covax, impulsado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para lograr una inmunización más equitativa. Moderna solo aportó el 3,4% de su producción a este programa.
20 de octubre 2021, 00:00 GMT
¿Cuánto ganó Moderna por su vacuna contra el COVID-19?
El informe también ubica a Pfizer y Moderna como los laboratorios que han cobrado precios más altos por sus vacunas y consigna que, de acuerdo a la plataforma de datos Airfinity, las empresas tuvieron ingresos por más de 130.000 millones de dólares por la venta de vacunas contra el COVID-19.
Un reciente artículo del New York Times pone foco en Moderna y consigna que mientras Pfizer acordó vender a precios más bajos sus vacunas destinadas a países pobres (Túnez, por ejemplo, paga 7 dólares por dosis), Moderna mantiene sus precios más elevados. Según los pocos datos disponibles, EEUU pagó entre 15 y 16,50 dólares por dosis, mientras que la Unión Europea ha abonado entre 22,60 y 25,50 dólares por dosis.
Más caras han sido las dosis vendidas a Botsuana, Tailandia y Colombia, países que según el medio estadounidense pagan entre 27 y 30 dólares. Además de los precios elevados, esos países debieron afrontar retrasos importantes en las entregas acordadas con la compañía.
14 de octubre 2021, 17:53 GMT
Países africanos podrían comprar dosis de Moderna a un módico precio de 10 dólares. Sin embargo, esas entregas se harían recién en 2022, luego de que el laboratorio estadounidense haya cumplido con todos sus clientes de mejores ingresos.
El desarrollo de la vacuna contra el COVID-19 ha sido un éxito económico para la empresa. Según datos de la empresa citados por el New York Times, Moderna cerrará el 2021 con ingresos por 20.000 millones de dólares por la venta de vacunas contra el COVID-19 y ya ha firmado acuerdos para 2022 por 12.000 millones de dólares que podrían convertirse en 16.000 millones más si se concretan las opciones adicionales de esos contratos.
La vacuna contra el COVID-19 es actualmente el único producto comercializado por Moderna. La apuesta no ha sido mala, ya que el valor de mercado de la firma estadounidense se ha triplicado en tan solo un año, superando los 120.000 millones de dólares.
De todos modos, el modelo de negocios prevé expandirse aún más, ya que el laboratorio está desarrollando vacunas contra la gripe y el zika, entre otras enfermedades. También lleva adelante estudios preclínicos de una vacuna contra el VIH.