Markle y Harry han animado a los ciudadanos estadounidenses a votar en numerosas ocasiones, y el activismo político es algo que ellos seguirán priorizando en el futuro, comunicó al portal Insider un portavoz de la pareja.
Antes de que la pareja anunciase su decisión de renunciar a sus deberes reales, el papel de Markle era representar a la monarquía británica: lo que implicaba que habría tenido que abstenerse de compartir sus opiniones políticas a toda costa.
Los expertos en la realeza británica destacan que Markle hubiera podido votar en las elecciones de EEUU, incluso sin haber renunciado a sus títulos. Sin embargo, no se le habría permitido hablar de su participación en los comicios públicamente.
A un representante del "palacio no se le habría permitido bajo ninguna circunstancia tomar una posición pública en las elecciones, dado el papel hipersensible que desempeña la reina como jefa de Gran Bretaña y la relación especial que mantiene este país con los Estados Unidos", señaló el escritor británico Nigel Cawthorne.
"Esta época del año habría sido extremadamente difícil para Meghan y habría tenido que morderse la lengua en muchas ocasiones", añadió.
A su vez, otra fuente cercana a la duquesa reveló que la prioridad de Markle es animar a las mujeres a "asegurarse de que su voz se escuche".
"La duquesa cree que es importante participar en el proceso democrático, lo que incluye promover la involucración cívica y votar en las elecciones. Eso es lo que la inspiró a animar a otros, especialmente a las mujeres, para asegurarse de que sus voces se escuchen al emitir sus votos", destacó la fuente.
Previamente, Markle había asegurado en un comunicado que sabía lo que era "sentirse sin poder tener voz en algo". Posiblemente de esta manera se refirió al tiempo que había pasado como una representante de la realeza británica cuando no podía discutir de política abiertamente, informa el medio.
Mientras tanto, su comentario de que las elecciones de EEUU han sido "las más importantes" en la vida de sus ciudadanos fue criticado por los tabloides británicos y llevó al presidente estadounidense, Donald Trump, a declarar en septiembre del 2020 que no era "un fanático" de Markle.