En el caso de la venus atrapamoscas, una de las plantas carnívoras más populares y fascinantes del mundo, este proceso es solo cuestión de tiempo. Si eres una mosca, una araña, un escarabajo o un saltamontes, el tiempo es un aspecto clave si no quieres convertirte en su almuerzo.
Si el período entre el primer toque y el segundo se alarga más de 30 segundos, la venus atrapamoscas pone el contador a cero. Y aquí surge una pregunta: ¿Cómo una planta sin cerebro recuerda algo y cómo puede saber cuándo precisamente expiran estos 30 segundos?
Los científicos estuvieron cerca de responder a esta incógnita hace unos 30 años, escribe la revista Nature Plants. En aquel entonces los investigadores alemanes supusieron que el cierre de esta planta carnívora lo provocaba por un aumento de iones de calcio en la planta. Esos dos contactos sensoriales sucesivos podrían estar aumentando la concentración de calcio. El aumento en el nivel de esta, suponían, era lo que provocaba el cierre.
A study published in @NaturePlants visualizes intracellular calcium concentrations in the Venus flytrap and demonstrates that its short-term memory can be explained by changes in calcium concentration. https://t.co/E7X2vZwXnO pic.twitter.com/Uhu9UQbb9c
— Nature Research (@nresearchnews) October 11, 2020
Tres décadas más tarde se confirma la hipótesis que los científicos no lograron demostrar a finales de la década de los 80.
En el nuevo estudio, dirigido por el biólogo Mitsuyasu Hasebe del Instituto Nacional de Biología Básica de Japón, los investigadores descubrieron una forma de visualizar las concentraciones de calcio intracelulares dentro de la planta para ver si el producto químico otorgaba a la planta la capacidad de recordar y olvidar.
La planta brilla más fuerte cada vez que sus pelos sensores sienten algo. En la naturaleza este cambio visual podría alertar a la presa de la amenaza de ser engullida.
Durante estos experimentos los investigadores observaron que a la hora de tocar por primera vez los pelos sensoriales la planta comenzaba a brillar casi al instante, con una onda de fluorescencia que se extendía hacia el exterior por el resto de la planta e iba acompañado de un aumento temporal de calcio.
"La excitación eléctrica de las células de la trampa provoca así un aumento en la concentración de calcio", explica el autor principal y biofísico Rainer Hedrich de la Universidad de Würzburg en Alemania.
"Si vuelve a ser estimulada, su valor de calcio se agrega a la primera señal", afirma el científico. Con ayuda del calcio, la venus atrapamoscas puede contar el número de veces que su presa camina por ella.
Si no vuelve a ser estimulada dentro de aproximadamente 30 segundos, la concentración de calcio intracelular se disipa y ordena a la planta no intervenir.
En 2016 el presidente de la Asociación Argentina de Plantas Carnívoras, Federico Parrilli, explicó a Sputnik que estas plantas no son peligrosas para los humanos.
"Ninguna tiene espinas, ni es venenosa, ni nada que pueda ocasionar algún tipo de daño físico ya sea a humanos o mascotas, salvo que la mascota sea una mosca", bromeó.
La venus atrapamoscas, o Dionaea muscipula, nativa del sureste de EEUU, es la única especie del género monotípico Dionaea, una planta carnívora de la familia Droseraceae. El nombre de esta planta hace referencia a su hábito alimenticio de atrapar presas vivas, generalmente insectos y arácnidos.