"La campaña masiva de desinformación evidencia claramente que el objetivo principal de sus promotores no es la preocupación por la salud de Navalni ni tampoco conocer las causas reales de su hospitalización, sino incitar la aplicación de sanciones", indicó la Cancillería rusa en un comunicado.
El documento fue emitido después de que el 8 de septiembre el alto representante de Política Exterior de la Unión Europea y los ministros de Exteriores del G7 que integran Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido condenaran el supuesto envenenamiento de Navalni, aunque no presentaron evidencias creíbles que sustentaran sus afirmaciones.
El suceso generó una ola de especulaciones sobre un presunto envenenamiento. Tras los exhaustivos análisis realizados los médicos descartaron esos rumores y diagnosticaron al hombre trastorno metabólico provocado por una fuerte caída del nivel de azúcar en la sangre.
Después de que los médicos de Omsk lograran estabilizar el estado de Navalni, el paciente fue trasladado a Alemania el 22 de agosto en un avión sanitario.
En el comunicado la Cancillería rusa volvió a llamar a las autoridades alemanas a colaborar con las pesquisas compartiendo información concreta para establecer la verdad.
El Gobierno de Rusia acusó a Alemania de entorpecer el diálogo entre los médicos de los dos países sobre lo sucedido realmente con Navalni.
"Los médicos rusos proponen a sus homólogos alemanes establecer un diálogo estrecho para debatir los datos que poseen sobre el estado de Navalni. Lamentablemente, los alemanes frenan este proceso", remarcó el Ministerio de Exteriores.
La Cancillería rusa alertó que la negativa del Gobierno de Alemania a compartir datos concretos impide esclarecer lo ocurrido con Navalni.
El Ministerio de Exteriores ruso tachó de contraproducente el comportamiento del Gobierno alemán frente al caso Navalni.
El 2 de septiembre, el Gobierno alemán aseguró que un laboratorio militar había establecido que el opositor fue "envenenado" con un agente altamente tóxico y letal, aunque no presentó ninguna evidencia.
Dos días después el periódico alemán Der Spiegel afirmaba, citando ciertas fuentes, que la supuesta sustancia mortal había sido detectada también en la piel y en una botella de agua de Navalni.
Lo cierto es que ni los pasajeros del avión ni las personas del entorno de Navalni que le acompañaban, presentaron síntomas del presunto envenenamiento.