Varias vacunas están en proceso de desarrollo para terminar con la pandemia de COVID-19, y la comunidad científica internacional trabaja a diario para concretarlas.
A pesar de ello, algunos científicos alrededor del mundo se han cansado de esperar la vacuna oficial, y apelaron a su conocimiento para hacer sus propias versiones e inocularse con ellas.
Uno de ellos es el famoso genetista George Church, de la Universidad de Harvard, quien se encuentra entre los 23 científicos que desarrollaron la Rapid Deployment Vaccine Collaborative, o RaDVaC, un proyecto de diseño y producción de varias vacunas nasales contra el virus SARS-CoV-2.
Pero Church no es el único. Un equipo de biólogos estadounidenses no identificados creó un proyecto de colaboración abierta llamado CoroNope, que ofrece un enfoque "fuera de la academia y de la industria farmacéutica" como alternativa para crear una vacuna de COVID-19.
Su intención es juntar fondos —entre 10 y 25.000 dólares— para desarrollar una "vacuna accesible" hecha de ADN plasmídico para combatir el virus del COVID-19. "Esta financiación inicial nos permitirá diseñar y sintetizar el plásmido, realizar pruebas preliminares y enviarlo a los laboratorios interesados", reza el documento en el que se presentan.
Los riesgos de una vacuna casera
Aunque la lógica podría llevar a pensar que aquella persona que tiene el conocimiento científico necesario debería estar intentando desarrollar alternativas para paliar la pandemia, esto puede no ser tan sencillo. Los desarrollos científicos implican una serie de etapas, pruebas, y ensayos clínicos que, de no llevarse a cabo de forma correcta, no tienen aval científico y pueden resultar peligrosos.
De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha reiterado que, por el momento, "no se recomienda ningún medicamento específico para prevenir o tratar la infección por el nuevo coronavirus".
Independientemente de las intenciones de todos estos casos, Avery August, inmunólogo de la Universidad de Cornell, Nueva York, dijo al New York Times que aunque algunos de estos proyectos independientes de vacunas "caseras" están fundamentados con "impresionantes estudios", sin ensayos clínicos rigurosos no es posible saber si se trata de métodos seguros y efectivos.