"Esto es ya una catástrofe, principalmente porque no se han resuelto los problemas de falta de capacidad de unidades de terapia intensiva que se requieren", dijo a reporteros el presidente de la Sociedad Boliviana de Medicina Crítica y Terapia Intensiva, Adrián Ávila.
De acumular 2.556 enfermos de COVID-19 y 118 fallecimientos el 10 de mayo, Bolivia saltó a 14.644 contagios y 487 muertes hasta el 9 de junio, con crecientes señales de subregistro de casos, entierros clandestinos de víctimas no declaradas y el colapso de su principal laboratorio.
Solo 30 camas
Ávila señaló que Bolivia tenía 490 camas de terapia intensiva cuando comenzó a sufrir el ataque del nuevo coronavirus y, pese a varios anuncios gubernamentales de compras masivas y urgentes de equipamiento, hasta principios de junio había logrado habilitar apenas 30 camas más.
"Ya estábamos colapsados ¿Y qué ha pasado después de tres meses?, ¿Cuántas camas tenemos actualmente en Bolivia?: 520; 30 camas después de tres meses apenas se han logrado realmente completar y esto nos tiene que llamar la atención", afirmó el experto.
Ávila calcula que solo para atender los requerimientos actuales el país debería tener al menos unas 700 camas de cuidados intensivos, todas con respiradores mecánicos, por lo que "el sistema está en situación de colapso, desastre, aún sin que se haya llegado a la cúspide de contagios".
El experto intensivista advirtió que el problema se complica porque la distribución de los servicios de terapia intensiva en el país no tiene relación con los niveles de afectación por la pandemia, que está concentrada en los departamentos de Santa Cruz (este) y Beni (noreste), donde ya estaban ocupadas desde la semana pasada todas las camas habilitadas.
Para colmo, en todo el país hay solo 200 especialistas en terapia intensiva, menos de la mitad de lo necesario, según Ávila.
"La Sociedad de Medicina Crítica y Terapia Intensiva se ha declarado en emergencia, reclamando no solo el equipamiento necesario sino participación en las decisiones, porque se han visto errores especialmente en algunas compras", dijo.
A mediados de mayo, el Gobierno compró 170 respiradores españoles, que resultaron con sobreprecio y que la sociedad médica dirigida por Ávila descartó por inútiles para terapia intensiva.
Las autoridades anunciaron además en abril la compra de 500 unidades de terapia intensiva, con otros tantos respiradores, pero ninguno de estos equipos ha llegado hasta ahora, tornando inútiles temporalmente a pequeños hospitales de emergencia habilitados en Santa Cruz y Beni.
El mayor de esos laboratorios, el Cenetrop de Santa Cruz, se declaró esta semana en colapso, por la baja médica de 40% de su personal contagiado por COVID-19 y la falta de equipos y reactivos para acelerar las pruebas.