Adaptarse o reinventarse se hizo imperativo en estos tiempos de coronavirus. Creatividad, disposición e iniciativa son las herramientas para evitar el cierre definitivo de un emprendimiento o declararse en quiebra. Pero el ajuste no necesariamente implica solo la supervivencia del establecimiento y la economía durante la crisis. Poner sus servicios en la ayuda comunitaria también ha sido el camino encontrado por algunos empresarios.
"Los bares fueron obligados a cerrar el 20 o 21 de marzo. Vimos que la cosa era grave y como no creíamos lo que decía el Gobierno, cerramos una semana antes de lo obligatorio, queríamos cuidarnos y cuidar también a nuestros parroquianos", recuerda Olate en diálogo con Sputnik.
Junto con sus trabajadores pensaron "ingenuamente" que la emergencia sanitaria duraría un mes o un poco más. "Obviamente no teníamos recursos para tener todo cerrado indefinidamente", relata a Sputnik el jefe de cocina de AK Taberna, Elias Eliseo Huenteleo.
"A los 15 días nos dimos cuenta que era para largo, que teníamos que buscar alternativas para sobrevivir", agrega.
Del delivery a la cooperativa
De acuerdo con Olate, comenzaron a adaptarse con el despacho a domicilio de los mismos productos de la taberna, "pero la cosa no se movía mucho, de pronto nos dimos cuenta que nuestro rubro tenía salvoconducto que nos permitía mucho más que solo despachar sándwich".
Fue así que decidieron iniciar con la entrega de frutas y verduras, además de abarrotes a domicilio. "Lo que sabíamos bien era comprar y elegir productos frescos en la Vega (mercado de verduras de Santiago) por lo que no fue difícil entrar en ese ámbito", detalla.
Sin embargo, lo que dió un giro completo a su negocio fue cuando tomaron contacto con una escuela campesina de la costa de Curicó (zona central de Chile), quienes los comenzaron a abastecer de miel, mermeladas y alimentos naturales. "De paso ellos podían vender sus productos y nosotros dar un mejor servicio", señala Olate. También se asociaron a una panadería del barrio que los abastece del pan multigrano.
"Nos transformamos en cooperativa, porque teníamos un mismo criterio respecto de cómo enfrentar los problemas políticos y sociales, esto es trabajando colaborativamente".
Manuel Olate expresa que todos los que trabajaban en la taberna habían participado con mucha esperanza en la revuelta social de octubre, "eso también nos dio una visión diferente de las relaciones y del modelo de desarrollo que queríamos".
"No podemos dejar a nadie atrás, salir todos juntos, no habrá riqueza que repartir, pero al menos distribuiremos bien lo poco que obtengamos en este nuevo escenario", sentencia.
Porque en este nuevo modelo de negocio, las ganancias se dividen en partes iguales entre los partícipes de la cooperativa (dueño y trabajadores); además los precios no son especulativos, como se ha visto en mucho en las grandes cadenas de supermercados.
"Repartirse los beneficios en forma equitativa me parece regio. El Estado como trabajadores no nos resguarda, nos deja en la indefensión, solo privilegia a las grandes empresas, lo que nos obliga a buscar nuevas fórmulas de subsistencia basadas en el apoyo mutuo", indica el jefe de cocina y hoy miembro de la cooperativa.
"Nuestros antiguos parroquianos y los nuevos clientes, a los que llegamos con nuestro servicio, obtienen precios justos, productos de calidad y la seguridad de que tomamos precauciones para que puedan hacer su cuarentena de la mejor forma posible".
La exparroquiana del AK Taberna también valora esta iniciativa "ya que en Chile no existen muchas cooperativas y permite ayudar a muchas personas, que como yo no podemos salir para realizar nuestras compras".
Olate también cuenta que esta reconversión les ha traído beneficios adicionales, no solo por tener la posibilidad de trabajar, sino porque ha reforzado los lazos de amistad y compañerismo, "probablemente sea claramente de las pocas cosas buenas de esta pandemia".