Esta semana entró en erupción el volcán Whakaari en Isla Blanca, una pequeña isla deshabitada en Nueva Zelanda, que dejó ocho muertos, nueve desaparecidos y 31 heridos, en su mayoría turistas que se encontraban recorriendo el cráter.
"Aquí se encuentra el 75 % de los volcanes activos del mundo. Estos se forman donde las placas tectónicas se meten una debajo de la otra y, a unos 100 km de profundidad, crean el magma. Este asciende a través de fracturas, llega hasta la superficie y hace erupción", explicó Gino González, geólogo y vulcanólogo costarricense que trabaja para la ONG Volcanes sin Fronteras.
Agregó que "los volcanes son como las personas", por lo que cada uno se comporta de una manera diferente. En cuanto a su estructura, los hay cónicos y planos, y en cuanto al tipo de erupción se clasifican en efusivos —los que lanzan lava— y explosivos, como el de Nueva Zelanda.
"Estos tienen mucho gas interno y cuando explotan liberan su energía en forma explosiva, las rocas salen volando a velocidades de más de 300 kilómetros por hora y generan nubes ardientes a las que llamamos flujos piroclásticos. Estos son los más peligrosos", indicó González.
En cuanto a su actividad, los volcanes se dividen en extintos —los que ya no pueden volver a erupcionar—; inactivos —los que han estado dormidos por más de 11.000 años—, y los activos.
"No hay que verlos como una amenaza ya que crean muchos recursos. Muchos de los suelos volcánicos son productivos para la agricultura y la ganadería. También generan ecosistemas únicos y se obtiene energía a partir de los volcanes", concluyó.