Quito lleva diez días ininterrumpidos de movilizaciones. El punto central de reuniones y actividades de la protesta es la Casa de la Cultura, un espacio situado cerca de la Asamblea Nacional y la Contraloría, que es donde se concentran las barricadas y la represión del Estado.
Dentro de la Casa de la Cultura, una zona declarada de paz en este contexto, está el Ágora, el espacio donde el movimiento indígena reunido en la Coordinadora de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie) realiza sus reuniones. Allí también se encuentra un espacio de organización de unas de las áreas claves en este escenario: la salud.
"El pueblo de Quito se ha caracterizado por ser muy solidario, muchos de los quiteños y pueblos indígenas que viven aquí han sido muy solidarios, hemos recibido medicinas, vituallas, comida, y de aquí hemos distribuido a diferentes pueblos y nacionalidades del movimiento indígena", explica Sebastián Cabrera, parte de la coordinación del trabajo de salud.
"Todo esta gente no es pagada, viene porque está viendo lo que sucede", explica Cabrera.
Su trabajo incesante ha permitido enfrentar una represión constante durante todos los días de protestas. "Se ha atendido a personas con traumas, cortes, rupturas de cabezas y los graves los hemos trasladado a los hospitales, hemos atendido personas con impactos de perdigones y balas de fusil, no están utilizando solo gas, están echando bala", cuenta Cabrera.
Escuchen el mensaje de los voluntarios de salud en las protestas en Ecuador. Han salvado vidas, impedido represiones. Esto es lo que pasa al interior de la movilización, lo que esconden los medios nacionales e internacionales. #LaPazEstaEnTuCancha #13Oct pic.twitter.com/OLBPiwwQnm
— Marco Teruggi (@Marco_Teruggi) October 13, 2019
Las brigadas médicas han sido testigo de primera mano de la violencia policial, las represiones por la espalda, los abusos de las fuerzas de seguridad del Estado. Ellos mismos han sido víctimas:
"La Policía nos ha atacado, los primeros días no respetaron el centro médico, aquí nos bombardearon, resistimos y aquí estamos todavía".
La presencia de los voluntarios de salud, de las donaciones de la gente de Quito, de los cacerolazos del 12 de octubre por la noche y del mismo día 13 en la tarde, se explican por lo que Andrés llama "la resistencia de todo un país":
"Esta no es una lucha en igualdad de condiciones, acá los compañeros vinieron a resistir, movimiento indígena, toda la ciudadanía en general se ha sumado, esta es la resistencia de todo un país, no de un solo grupo como quieren mostrar los médicos, nosotros aquí estaremos hasta el final de los días apoyando en todo lo que se necesite".