El 1 de septiembre comienza con una ceremonia solemne en cada colegio, conocida como lineika. Los alumnos de primer grado conocen a sus maestros y los estudiantes mayores comparten los recuerdos de las vacaciones. Siempre es una jornada emotiva, llena de sonrisas, lágrimas y emociones, tanto para los niños como para los padres y profesores.
Pero por más bonita que sea esta tradición, tiene su lado oscuro. Y es que, al final del primer día de clases, en las aulas de las escuelas rusas se almacenan decenas de ramos de flores que al día siguiente pierden su atractivo.
Si consideramos que un ramo de flores cuesta en promedio unos 15 dólares, y el número de alumnos de primer grado en las escuelas rusas es de alrededor de 15 millones, resulta que cada 1 de septiembre el gasto ronda los 225 millones de dólares.
La idea consiste en regalar un solo ramo a cada maestro por cada clase. El resto del dinero que habría de ir a parar a las costosas flores se dona para ayudar a niños y huérfanos gravemente enfermos.
La campaña se hace con fondos de caridad rusos. Además, se están implementando las denominadas lecciones de bondad en las escuelas durante estos días.
Cada año más instituciones educativas de Rusia secundan la tradición y cada año más niños reciben ayuda gracias a esta campaña.
¿Qué tradiciones para el primer día de clases existen en tu país?