Entre los países que más lejos avanzaron en el asunto está Francia, donde una ley prohíbe a los estudiantes de hasta 15 años que traigan a las escuelas cualquier dispositivo con conexión a Internet. La medida busca facilitar que sean más concentrados durante las clases, se comuniquen más y que pasen menos tiempo en las redes sociales, según argumentan las autoridades galas. La intención es, además, reducir los casos de 'bullying' y los de robos de gadgets caros.
El diario El País de España reveló recientemente un hecho muy significativo. En el "epicentro de la economía digital", Silicon Valley, "proliferan los colegios sin tabletas ni ordenadores", prefiriendo directivos de gigantes tecnológicos como Apple o Google que sus hijos estudien en los colegios donde aprendan hacer "sus cuentas en los pupitres con lápiz y cuartillas", entre otras cosas que hasta hace poco se consideraban como algo atrasado.
Eduardo Luque Guerrero, licenciado en Pedagogía y Psicopedagogía, constató en una entrevista con Radio Sputnik que se está reconociendo a nivel internacional que "la introducción de determinados aparatos en las escuelas de primaria y secundaria no está ayudando a mejorar el rendimiento educativo y la capacidad cognitiva –una de las funciones de la escuela—, sino todo lo contrario".
En este contexto, no se sorprendió en absoluto de que "los Gobiernos comenzaran a plantearse limitaciones en el uso abusivo de las nuevas tecnologías en la escuela".
Viviana Quintero, especialista de la Corporación Colombiana de Padres y Madres, señaló en una conversación con Radio Sputnik que "falta todavía mucha legislación" para "regular el uso que los niños hacen de la tecnología".
Al mismo tiempo, subrayó que "en muchos casos la prohibición no es el mecanismo que mejor funciona en estos temas", debiendo las instituciones educativas trabajar también en encontrar una solución a fin de "garantizar que estas tecnologías se conviertan en una oportunidad para los niños".
Antonina Tsitsúlina, experta en la materia, se pronunció de la misma manera.
"Soy partidaria del uso de las modernas tecnologías y gadgets. Pero también entiendo a un profesor que se tropieza con que sus alumnos están metidos en los smartphones en vez de seguir la lección que se está dando. Sí se necesita una solución, pero tendría que ser la de compromiso. Habría que encontrar una manera de involucrar a los gadgets en los procesos educativos, excepto los casos donde su empleo contradice los objetivos que se persiguen", apuntó.