El 2 de agosto y durante una visita a Marruecos, un grupo de altos funcionarios de la Casa Blanca completó su gira por Oriente Medio. La delegación, compuesta por Kushner; por el representante especial de EEUU para la región, Jason Greenblatt, y por el representante especial para Irán, Brian Hook, ya ha visitado Jordania, Israel, Egipto y Arabia Saudí, es decir, los países que son aliados o tienen relaciones de asociación con Washington.
Al mismo tiempo, visitar la propia Palestina no está previsto en la agenda de Kushner y de su grupo, ironiza el corresponsal del periódico ruso Kommersant Serguéi Strokan.
Al presentar el nuevo plan de paz en Bahréin, Kushner explicó que el acuerdo del siglo es fundamentalmente diferente de las iniciativas de las administraciones estadounidenses anteriores.
Los predecesores de Trump intentaron sin éxito acercar las posiciones de Israel y de la Autoridad Palestina sobre su futura coexistencia. Los arquitectos del nuevo proyecto estadounidense —que ya ha sido descrito como el Plan Marshall para Oriente Medio— decidieron apostar por la economía. Esperan atraer inversiones en los países de la región por un total de 50.000 millones de dólares, lo que debería conducir a solucionar el conflicto palestino-israelí y convertir la región en una zona de paz y prosperidad. Se espera que más de la mitad de estos fondos, 27.800 millones de dólares, se destinen a proyectos a gran escala en Palestina, Cisjordania y la Franja de Gaza.
Además, según las filtraciones, la Casa Blanca está lista para reconocer solo la "presencia palestina" en Jerusalén Oriental, mientras que los propios palestinos exigen que Jerusalén Oriental se convierta en la capital de su Estado.
Uno de los miembros de la delegación definió la tarea de la siguiente manera:
"Nos estamos reuniendo con políticos de alto rango y en cada país estamos discutiendo cuánto dinero estará dispuesto a pagar este o aquel socio. Queremos asegurarnos de que todos participen en el proyecto".
Al mismo tiempo, durante la visita de la delegación estadounidense por Oriente Medio aparecieron filtraciones en los medios regionales de que en septiembre Trump podría invitar a ciertos líderes árabes a la cumbre en Camp David, donde celebrarán una tormenta de ideas sobre la paz y la seguridad en la región.
"El rey enfatizó que era necesario lograr una paz justa, duradera e integral basada en la decisión de dos Estados y que garantice crear un Estado palestino independiente dentro de las fronteras del 4 de junio de 1967 con Jerusalén Oriental como su capital, existente al lado de Israel", dice el comunicado jordano.
La cuestión de cómo se ve el futuro político de Palestina en la Administración Trump no queda claro incluso después de la visita de Kushner a Jerusalén del 31 de julio y de sus conversaciones con el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu. Después de las conversaciones, Netanyahu solo escribió en Facebook que la reunión fue "importante", sin revelar ningún detalle de las negociaciones.
En la víspera de la llegada de la delegación estadounidense, el Gabinete de Seguridad de Israel aprobó la construcción de 6.000 unidades de vivienda para colonos judíos, así como 700 casas y apartamentos para palestinos en Cisjordania. Los medios israelíes consideraron esto la evidencia de un "cambio en la política del Gobierno israelí", que en los últimos cuatro años no ha aprobado ningún proyecto de construcción para palestinos en Cisjordania.
Mientras tanto, no es solo el liderazgo palestino encabezado por Mahmoud Abbas el que se opone al nuevo plan estadounidense. Teherán también ya mostró su determinación a evitar la implementación de este plan. Al reunirse con una delegación del grupo palestino Hamás —grupo que controla Gaza—, el líder espiritual de la revolución iraní, el ayatolá Alí Jamenei, dijo que "el apoyo a Palestina es un problema ideológico y religioso".
Según él, Irán no permitirá "destruir la identidad palestina con la ayuda del dinero".