Con esta pregunta comienza el columnista Doug Mallouk su artículo sobre las celebraciones del Desembarco de Normandía, más conocido como Día D.
A su juicio, no se trata de una mera cuestión académica de tergiversar el pasado, sino que tiene importancia crucial para el aquí y el ahora.
No obstante, los organizadores de la celebración optaron por moverse en la dirección opuesta tomando la "escandalosa" decisión de no invitar al presidente ruso, Vladímir Putin, el líder de "la nación que más hizo (de lejos) por aplastar a la Wehrmacht (Ejército alemán)".
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De acuerdo con los organizadores, Rusia no fue invitada por no haber participado en la batalla de Normandía, una afirmación que no resiste la crítica. Lo que hizo concebible el plan de desembarco en Normandía fue el hecho de que la entonces Unión Soviética estaba haciendo retroceder a la abrumadora mayoría de las tropas de Hitler en un frente de batalla a unos 2.500 km de distancia. "Fue una operación clásica de martillo y yunque", recalca el analista.
Estados Unidos perdió 500.000 vidas en el conflicto, mientras que las pérdidas soviéticas fueron de 25 millones, 50 veces mayores, subraya. El número de muertes soviéticas solo en la batalla de Stalingrado se ha estimado en un millón, lo que es más que las muertes combinadas de Estados Unidos y el Reino Unido durante toda la guerra.
Unos 9.000 o 10.000 estadounidenses y militares de otras nacionalidades murieron el Día D, aproximadamente el 1% de las muertes soviéticas en Stalingrado, el punto de inflexión de la Segunda Guerra Mundial, escribe el analista. Por otro lado, de todos los campos de batalla de esta guerra, que abarcan tres continentes, el frente oriental fue el escenario de la muerte del 80% de los soldados nazis.
"Los soldados y marineros estadounidenses lucharon valiente y desinteresadamente tanto en los teatros europeos como en los del Pacífico. Pero los nazis nunca asediaron, digamos, Filadelfia, matando a más de un millón de personas de hambre y el frío, como hicieron con Leningrado (ahora San Petersburgo)", prosigue el autor.
"¿Existe alguna duda sobre quién hizo el trabajo más pesado para derrotar a la horda bárbara de Hitler? Entonces, ¿por qué la despreciable decisión de excluir al líder de esta nación? ¿Alguna epidemia de amnesia histórica se ha apoderado repentinamente de los altos cargos occidentales?", se pregunta el columnista.
Parece que esta fue la respuesta a la propuesta del presidente Putin del año 2015 de recrear la alianza de la Segunda Guerra Mundial entre Estados Unidos y Rusia, esta vez para luchar contra el enemigo común del terrorismo. Esto podría fácilmente expandirse para incluir a otras naciones, como China y la India, y ampliarse en alcance para abarcar proyectos conjuntos masivos en el desarrollo de la ciencia y la infraestructura, pero no sería para nada provechoso para los belicistas que quieren guerra y más guerra entre el este y el oeste.
"Los que creen en la geopolítica de dividir y gobernar como forma de vida se ven amenazados. Su reacción no solo insulta a la nación rusa, sino también a aquellos a quienes debemos honrar debidamente en el 75º aniversario del Día D", concluye.