"En un año electoral, las posiciones salariales extremas de empresarios y trabajadores eran extremas, y parece que el Gobierno ha logrado fijar una cifra que no es un término medio pero deja callados a casi todos", dijo el sociólogo, investigador del grupo privado Comunidad Cívica de la ciudad de El Alto.
Morales firmó el 1 de mayo, durante la celebración del Día del Trabajador, el decreto de aumento salarial general de 4%, beneficio que no alcanzará al Presidente, Vicepresidente, ministros ni directores generales de la Administración.
Los empresarios habían planteado un máximo de 2% y la Central Obrera Boliviana pedía 12%.
El líder de la Central Obrera Boliviana, Juan Carlos Huarachi, dijo este 2 de mayo que la de este año "ha sido la negociación salarial más agria de los últimos tiempos, pero se llegó a un acuerdo directo con el presidente", restando importancia a voces aisladas de protesta de algunos sindicatos de maestros, conocidos por su posición radical.
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Guardia, por su parte, dijo que el equilibrio era "difícil", porque si bien la economía local continúa creciendo por encima del promedio regional, "tropieza" con las dificultades derivadas de la contracción de los mercados externos, lo que perjudica los productos "más valiosos" del país, como el gas y los minerales.
Para este año, la previsión inicial de un crecimiento de 4,7% fue reducida hace dos meses a 4,5%, con anticipadas caídas del comercio exterior y de las reservas internacionales del Banco Central.
"Estas y otras facetas del panorama económico exigían mesura, y el Gobierno de Evo Morales ha mantenido esta línea", dijo el analista.
Esa mesura "se explica tanto por la coyuntura preelectoral como por la creciente colaboración del Gobierno con los empresarios en proyectos de gran impacto económico, como los biocombustibles y las salidas al océano Atlántico por vías fluviales", señaló Guardia.
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El sociólogo añadió que, salvo voces aisladas de descontento, la reacción inicial de empresarios y trabajadores ante el aumento salarial fue de "un cauteloso silencio que muestra conformidad y hasta comprensión, aunque no plena satisfacción".
"Sin contar el nuevo incremento, el salario mínimo boliviano ha subido 348% desde que Evo Morales es Presidente, de 54 dólares en 2006 a 296 dólares en 2018", dijo.
Durán afirmó que la política salarial, uno de los ejes de redistribución de la riqueza, redujo drásticamente la diferencia entre el salario del presidente, el máximo del sector público, y el salario mínimo.
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El 1 de mayo, tras la firma del decreto salarial, el ministro de Economía, Luis Arce, dijo que la medida apuntaba a precautelar la estabilidad de los empleos.
Sobre este punto, la Cámara Nacional de Comercio, habitualmente discordante con la Confederación de Empresarios Privados, demandó en un comunicado "acciones urgentes", sin precisarlas, para enfrentar las "consecuencias negativas" del incremento salarial sobre los empleos.