Plantado y cosechado en la región más occidental de Cuba, moldeado por los más ilustres torcedores, un habano de la popular marca Corona fue el primer tabaco en viajar al espacio.
Con este viaje, Tamayo se convirtió en el primer latinoamericano y afrodescendiente en viajar al espacio, pero lo que muchos desconocen es que llevaba consigo un pedazo de Cuba.
Los habanos fueron elaborados especialmente para el cosmonauta con hojas de las famosas vegas de San Juan y Martínez, San Luis y Santa Domiana. Medían 14,4 centímetros de largo y 16,17 de diámetro, según narró el biólogo cubano Antonio Núñez Jiménez en el "Libro del tabaco".
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El anillo y la banda litográfica fabricados para el primer vuelo espacial conjunto Cuba-URSS ostentaban los colores de la bandera cubana. El hecho de que el único cubano en el infinito llevase al cosmos el mejor tabaco del mundo, marcó un hito en la historia del tabaco en Cuba.
Sin aranceles aduanales ni otro tipo de requisitos, la marca Corona fue la primera (y probablemente la única de su tipo) en poner un producto en el espacio.
Según trascendió, el cubano transportó al cosmos 24 piezas representativas, entre ellas un poco de tierra natal, café, azúcar y la caja de habanos. Cuando el cosmonauta regresó a la Tierra donó uno de los puros a la Oficina del Historiador de la Ciudad, Eusebio Leal, quien lo entregó al Museo del Tabaco en La Habana.
En un rincón especial de este lugar, visitado por cientos de turistas cada año, se conserva este "puro espacial". Quizás, una de las piezas más queridas y cuidadas del lugar por su alto valor histórico y cultural.
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