"Su elevado nivel de aprobación de 67% se debe en buena parte a su trabajo como gran comunicador de sus ideas, repite constantemente qué tan corruptos eran los mandatarios anteriores", afirmó el experto encuestador.

Vizcarra lleva casi un año como presidente tras la renuncia de Pedro Pablo Kuczynski (2016-2018), acusado de corrupción.
López Obrador también está por encima del recién electo presidente salvadoreño Nayib Bukele, que tiene 60%.
El líder de la izquierda nacionalista mexicana "ha construido su reputación de hombre honesto que quiere apoyar a la gente, así puede mantener la popularidad de sus programas sociales", indicó Campos.
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López Obrador reconoció el martes, en su conferencia de prensa diaria, que se repite al hablar "pero no tanto", indicó que tiene que hacerlo para "estar reafirmando criterios y principios, un escritor no debe repetirse, pero un dirigente político sí porque es parte del trabajo de concientización".
En el extremo inferior de la tabla aparecen los más impopulares, con menos de 20 puntos de aprobación: el argentino Mauricio Macri, con 19%, el guatemalteco Jimmy Morales con 16, y en último lugar el venezolano Nicolás Maduro, con 15 puntos, según un estudio comparativo de Mitofsky.
"La popularidad no se construye en el Gobierno, sino que se acumula antes de llegar al poder, por eso no se puede hablar de la popularidad sin entender el mecanismo de su construcción", afirmó Campos.
Tanto el salvadoreño Bukele o la nueva candidata presidencial guatemalteca Thelma Aldana, exfiscal y expresidenta de la Corte Suprema de Justicia, "fueron construyendo su popularidad, y cuando un mandatario entra al Gobierno siendo resultado de la alternancia es mayor la aprobación".
Popularidad y alternancias
La mayor parte de los presidentes populares fueron resultado de alternancias en el poder, indicó.
Hace muchos años, cuando Mitofsky comenzó a construir este ranking "había tres estrellas populares en el firmamento de América: Chávez, Lula, y Uribe, los tres presidentes de alternancia", reseña el responsable de la encuestadora.
"Los tres no tenían el mismo singo ideológico, ni todos eran de izquierda ni todos de derecha, la popularidad no tiene nada que ver con la ideología, pero sí con la alternancia", subraya el experto.
Cuando Chávez era popular, les recordaba siempre a los venezolanos "que no olvidaban que no todo tiempo anterior fue mejor, que llegó al Palacio de Miraflores por los malos gobiernos, que acusaba de corruptos" de la Cuarta República (1959-1989) el bipartidismo de socialdemócratas y democristianos, dijo Campos.
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De paso juraba que "nunca más volverán", para recordar los tiempos de otros presidentes como Carlos Andrés Pérez (1974-1979 y 1989-1993), que fue procesado por corrupción.
"En aquella época todos se articulaban con el relato populista de ayudar a la gente, combatir la pobreza, ofrecer ayuda directa de la presidencia, sin intermediarios", reseñó el analista.
En el caso de López Obrador él mismo se encarga, todos los días, de que el ciudadano lo recuerde, "que llegó para acabar con los corruptos y los ineficientes".
Por lo tanto, si la ciudadanía no recuerda esas razones empezará a perder popularidad, afirmó Campos.
Asimismo, "si se genera desempleo y la inseguridad no se controla va a comenzar a ser castigado", por esa razón su mensaje es reiterativo, agregó.
"Mediante ese proceso nos recuerda que llegó al Palacio Nacional por una causa y siempre nos lo recuerda, que su misión es ayudar a los pobres para posicionar en la mente las referencias de los anteriores gobiernos", subrayó el presidente de la encuestadora.
Los dos elementos constantes en su relato son: por qué llegó y para qué llegó al Poder Ejecutivo, con la premisa adicional de que "por el bien de todos primero los pobres".
El tiempo de duración de la popularidad siempre dependerá de mantener ese relato en las conferencias de prensa que López Obrador realiza a diario, afirmó el experto.