El nuevo presidente de Andalucía, Moreno Bonilla, del conservador Partido Popular, toma posesión de su cargo en plena euforia del centro derecha por haber descabalgado del poder al Partido Socialista después de 36 años de mandato. El candidato de la derecha obtiene el puesto gracias al pacto suscrito con los centristas de Ciudadanos y con el apoyo exterior de los diputados de Vox, la derecha populista sin cuyo plácet el pacto no hubiera sido posible.
Errejón dinamita la estrategia de Podemos y de su líder, Pablo Iglesias, a solo cuatro meses de citas electorales autonómicas, municipales y europeas (y quién sabe si generales). Aunque no abandona el partido oficialmente, Errejón admite que la marca Podemos ya no vende y, peor, espanta a muchos votantes —los menos radicales— que en un principio apoyaron al movimiento como alternativa a la izquierda tradicional representada por socialistas e Izquierda Unida.
El 'disidente' señala los resultados de Andalucía como "un aviso" de lo que podría pasar en otras regiones de España y propugna "una apertura a la ciudadanía, superar las siglas y sumar más gente". Es decir, en otras palabras, menos ideología y menos sectarismo.
En cinco años, Podemos ha pasado de soñar con convertirse en el primer partido de España y de la izquierda, a contentarse con una tercera plaza en las elecciones generales y a dirigir, con otras fuerzas, importantes ciudades del país. Es algo espectacular para una formación tan joven, pero quizá no suficiente como para que la dinámica que le impulsara en el nacimiento pueda seguir siendo aplicada a un escenario nacional e internacional que ha cambiado brutalmente en solo un lustro.
El factor catalán
La iniciativa de Errejón, al que se le tacha de oportunista y desde dentro de Podemos se le invita a dejar su escaño en las Cortes, descoloca también a la formación aliada con su partido, Izquierda Unida, que ya había pactado nombres con Iglesias en la candidatura para la Presidencia de Madrid.
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También Izquierda Unida ha sufrido un desgarro en los últimos días. El histórico político Gaspar Llamazares ha decidido crear una formación diferente y aliarse con el juez Baltasar Garzón en 'Actúa'. La fragmentación de la izquierda puede ser aún mayor si Podemos pierde el apoyo de sus aliados regionales en Cataluña, Valencia o Galicia.
Izquierda en pedazos
A Errejón, los críticos dentro de Podemos siempre le han considerado como mucho más cercano a las tesis socialdemócratas, renovadas con la salsa de la actualidad. Ahora interpretan su estampida como la construcción de una pasarela hacia el Partido Socialista. Recordemos que Pablo Iglesias se opuso a investir a Pedro Sánchez como jefe de Gobierno en el primer intento del ahora primer dirigente español.
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La marca Podemos se diluye cuando aparece la marca Vox. La irrupción en el Parlamento andaluz de 12 diputados impulsados por más de 400.000 votos fue respondida por Iglesias con una llamada de alerta al fascismo. Para Errejón, esos votantes andaluces no son fascistas: "Vox es un síntoma; nuestro combate debe ser contra las causas, como la desigualdad, la incertidumbre, el desempleo y la precariedad". Cualquier ocasión es buena para mostrar la diferencia.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK