Los científicos estadounidenses reconocieron tener poca información sobre cómo influyen en la salud las bebidas refrescantes sin alcohol.
Según las estadísticas de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la humanidad padece en la actualidad un serio problema de obesidad. Así, uno de cada tres humanos tiene sobrepeso, y un 15% se ve afectado por una forma grave de este trastorno.
Por si esto fuera poco, casi la mitad de las enfermedades peligrosas suelen surgir como consecuencia del sobrepeso.
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Entre los alimentos más peligrosos que catalizan la epidemia sobresalen el azúcar y los refrescos, que ganaron inmensa popularidad en todo el mundo durante las últimas décadas.
Para descubrir otros efectos de las bebidas, Rebholz y sus colegas monitorizaron el estado de salud de 3.000 personas a lo largo de 15 años. Durante el periodo de observación, el 6% resultó víctima de enfermedades renales crónicas.
En general, los voluntarios que consumían refrescos en grandes cantidades padecían insuficiencia renal y otros trastornos crónicos un 61% más frecuentemente que los otros.
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El equipo científico concluyó que la venta de estos productos debería limitarse o estar gravada con un impuesto alto.