El legendario TB-1, primer aparato de Andréi Túpolev, fue la columna vertebral de la fuerza de bombarderos soviéticos durante muchos años. Asimismo, esta aeronave rescató del hielo a la tripulación del Cheliuskin, un barco de vapor soviético que quedó atrapado en los hielos árticos en 1933.
Los Tupolev se utilizaron tanto en combate como en tiempos de paz.
"Los aviones feos no vuelan", decía el constructor aeronáutico Andréi Túpolev.
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