No obstante, ¿qué ocurriría si los dos navíos llegasen a chocar entre sí? Esta es la pregunta a la que intenta dar respuesta el columnista de The National Interest, James Holmes.
En el episodio de los buques, se trataba de "imponer las reglas marítimas" para causar una impresión. No obstante, el plan no consistía en impresionar al público de China o EEUU, sino de impresionar a los espectadores extranjeros que pueden influir sobre el resultado del enfrentamiento entre los dos países, comenta Holmes.
Entre estos espectadores están Vietnam y Filipinas que tienen un interés directo en las consecuencias de las disputas marítimas en la región. También están Australia y la India, cuya afinidad a EEUU dependerá de la imagen que proyecte. Además Francia y el Reino Unido son jugadores extraregionales que piensan involucrarse más y más en las misiones que lleva a cabo EEUU.
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Por lo cual, incidentes como este forman parte de la política actual de Pekín que consiste en mostrar a China como una potencia asiática sufrida que planta la cara frente al dominante EEUU y defiende la soberanía, opina el autor.
Pero para poder calificar el alcance de un posible conflicto por una colisión entre un buque estadounidense con uno chino, el columnista señala que cabe determinar qué clase de buques tiene más probabilidades de participar en una disputa.
Según afirma Holmes, la presencia China en la región está principalmente compuesta por los barcos pesqueros y los buques de la guardia costera que vienen a su socorro en caso de que los barcos de otras naciones se opongan a la presencia de los pesqueros chinos.
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Estos barcos pesqueros suponen un problema para EEUU, puesto que en caso de que un buque de guerra norteamericano arrolle una barcaza civil generaría una "imagen de una Armada estadounidense autoritaria y torpe, o ambas cosas".
A pesar de ello, el autor insiste en que no se debe ceder "ni una pulgada" ante una potencia emergente que está reivindicando su autoridad en las aguas y cielos de Asia.
"China tiene serias intenciones de convertirse en el protector de Asia marítima y se esfuerza por mantener su estatus", opina Holmes.
Una confrontación como esta superaría a las disputas del pasado en la mayoría de sus aspectos y las apuestas serían altas por la imagen que tienen las dos partes, opina Holmes.
La propaganda ejercería presión sobre los competidores, limitando así su libertad de maniobra política, agrega el columnista. Por ello, las dos partes tendrían pocas opciones para poder mitigar el conflicto.
Razón por la cual Holmes concluye que no hay manera de saber en qué desenvolvería un conflicto entre China y EEUU tras una colisión marítima.
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