La Cancillería rusa reiteró en un comunicado que "la desatada campaña antirrusa de espionajemanía, acompañada por filtraciones sobre supuestos ciberataques en los medios de comunicación, causan un daño grave a las relaciones bilaterales" con Países Bajos.
"Concluimos que [la acusación presentada este 4 de octubre] es un nuevo acto escenificado de propaganda contra nuestro país", señala la nota.
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El Ministerio ruso de Exteriores cuestionó las afirmaciones de Holanda de que los rusos expulsados de Países Bajos tuvieran el objetivo de hackear la OPAQ para acceder a los datos sobre la investigación del caso del avión MH17 derribado en 2014 en Ucrania.
"Como si para ello fuera necesario estar cerca del objetivo de ataque", ironizó.
Además, la Cancillería rusa se mostró convencida de que Países Bajos, mencionó a propósito el caso del avión MH17, que según Holanda fue derribado con el misil del sistema antiaéreo Buk presuntamente proveniente las Fuerzas Armadas rusas.
En particular, Países Bajos "no tiene nada que responder a los hechos sobre el origen nacional del misil que derribó el avión malasio, igual que a los otros argumentos relativos a esta tragedia, presentados por el Ministerio de Defensa de Rusia", afirmó la entidad rusa.
"Resulta sintomático que —en el contexto de la paranoia sobre 'todopoderosos espías informáticos rusos' que Occidente exagera en los últimos años, que viven, según la lógica de los políticos occidentales, en una 'Rusia retrasada'— cualquier ciudadano de nuestro país con un móvil se considere espía", enfatizó.
Este 4 de octubre el Ministerio de Defensa de Holanda comunicó haber frustrado un ataque informático contra la OPAQ, dirigido supuestamente por cuatro agentes de inteligencia rusos, con pasaportes diplomáticos, expulsados tras el incidente el 13 de abril pasado.
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El mismo día Londres acusó a Rusia del robo de datos desde la web del Comité Nacional Demócrata previamente a las elecciones presidenciales de 2016 en EEUU; la publicación de ficheros confidenciales de la WADA en agosto de 2017; y el ciberataque que perturbó en octubre de 2017 el funcionamiento del Metro de Kiev y el aeropuerto de Odesa, en Ucrania, pero también repercutió en las operaciones del Banco Central de Rusia y de dos medios de comunicación rusos.