"Están quemando el museo, las obras, la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), a sus alumnos y al pueblo", decía una de las pancartas de la marcha, que por el momento se desarrolla sin incidentes.
Durante las protestas los manifestantes hacen continuas referencias al abandono que sufría el museo por parte del poder público y a los recortes implantados por el Gobierno de Michel Temer en cultura, ciencia y educación.
Además del valor patrimonial el museo también destacaba por ser un importante centro de investigación, administrado por la UFRJ, una universidad pública muy afectada por la crisis económica y las políticas de austeridad.
Antes de convertirse en museo, el edificio fue el palacio de la familia real de Portugal, cuando se trasladó a Río de Janeiro en 1808.
El interior del edificio, que albergaba unos 20 millones de objetos, quedó totalmente destruido y sólo se salvaron las paredes externas.