La idea de una cápsula que detecta la actividad sísmica y proteja a las personas del derrumbe nació en México hace ya ocho años en la la Universidad Autónoma Metropolitana campus Azcapotzalco.
"A partir de ahí comenzamos a estudiar los distintos tipos de huevos hasta que con la ayuda de un paleontólogo acertamos con la forma del huevo de velociraptor que es totalmente simétrico y convexo en los polos. Esa fue la figura que mejor resistió y de ahí surgió la cápsula K107", agregó.
Según destacó el ingeniero, otra ventaja de este modelo es que se le puede incrementar las dimensiones y continuará siendo simétrico, con la misma resistencia. Así diseñaron cápsulas de un metro de altura para los niños y de 2,10 metros para adultos.
"Cabe uno perfectamente bien, cuando la empiezas a utilizar no es nada incómoda", aseguró Vela, quien recibió el Premio de Ingeniería de la Ciudad de México en 2009.
La cápsula K107 está construida con material aeroespacial para aumentar su resistencia con una estructura conectada al sistema de alerta sísmico de donde recibe información mediante un software que mantiene informado al sobreviviente sobre los pormenores del temblor.
"Por eso para conformar el cascarón pensamos en materiales resistentes provenientes del petróleo o de la industria metalúrgica, y concluimos que los mejores materiales eran de la industria aeroespacial, pensamos en lo aviones cuyas narices resisten fuerzas de fricción de más de 800 kilómetros por hora", explicó Vela.
El cascarón de la K107 está confeccionado con materiales compuestos y cada uno responde a fuerzas específicas como resistencia a la tensión, la compresión, lo cortante y a la flexión.
"Así que tenemos un sandwich de materiales que nos permite garantizar o aumentar las probabilidades de supervivencia del tripulante ante cualquier impacto durante el colapso de un inmueble ya sea por un movimiento telúrico o un desastre natural", sostuvo.
El equipo de Vela, compuesto por ingenieros, sismólogos, mecánicos, expertos en geofísica y hasta un físico nuclear coincide en que el Valle de México es susceptible a un terremoto mayor de nueve grados, tal como advirtió el ingeniero hace casi una década en en las aulas de la Universidad Autónoma Metropolitana.
"Con esa idea comencé trabajar para aumentar las probabilidades de supervivencia ante ese futuro gran terremoto y fue así como surgió la K107", comentó el ingeniero.
Sin embargo, el objetivo primero es que esté al alcance de todos los habitantes del Valle de México y de todos los seres humanos que vivan en zonas de alto riesgo.
El invento, de manera general, está pensado para proteger a las personas de una inundación, un Tsunami o un deslave. "Hablamos de un dispositivo que va a aumentar las probabilidades de supervivencia del tripulante", aseguró.
"Además, estamos activando a nivel internacional un nuevo mercado que tiene que ver con protección civil, con los desastres naturales y con el cambio climático. Es una nueva actividad empresarial de emprendurismo que hacemos desde México para el mundo y con la tecnología al servicio de la vida, ese es nuestro slogan", indicó el ingeniero.
El equipo ya cuenta con una marca, patente y un producto que tiene demanda en el mercado. A partir del sismo magnitud 7,1 que ocurrió el 19 de septiembre y mató a 389 personas, la demanda de la K107 se disparó en México, Estados Unidos, Canadá y Chile.
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