Como consecuencia de las protestas en la provincia de Basora, donde ya han muerto dos personas, algunos bancos suspendieron su actividad y los empleados de las compañías petroleras, fueron acompañados hasta sus casas por agentes de la Policía.
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Para controlar la situación las autoridades reforzaron las medidas de seguridad de las instalaciones petroleras y de gas. Además de ello, se bloqueó el acceso a las redes sociales para limitar los contactos entre los manifestantes.
"Todas las promesas que hizo el Gobierno en el 2005 no se cumplieron. Las protestas actuales podrían llevar a una gran revolución", destacó el experto.
Sin embargo, las condiciones socioeconómicas son el origen real del descontento popular, señaló Muatasem. De acuerdo con el analista, la región de Basora es donde se produce el 95% del petróleo iraquí y a pesar de ello está inmersa en la pobreza.
"La población sufre por la falta de cosas tan básicas como el agua potable y la electricidad. Además, la sanidad está en un estado precario y hay un alto nivel de desempleo. Es lógico que la gente no esté contenta con el Gobierno", concluyó.
Por lo cual, el experto calificó los sucesos como una "revolución del hambre", ya que el pueblo de un país con enormes recursos naturales se ve obligado a "buscarse su pan en el vertedero".
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Muatasem está convencido de que habrá consecuencias políticas. Todos los iraquíes tienen los mismos problemas y ya no creen en las promesas del Gobierno, así que lucharán por sus derechos, concluyó el experto.
"Los estadounidenses se involucran a menudo en las últimas etapas, lo mismo ocurrió en la guerra contra el terrorismo. Ellos inician los eventos, controlan su desarrollo y se involucran en el mejor momento para ellos", explicó Gazi.
Por ello, EEUU puso el ojo en las ciudades sureñas de Irak después de haber destruido las norteñas en el transcurso de la guerra contra el terrorismo, señaló el politólogo a Sputnik.
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Las primeras manifestaciones tuvieron lugar el 8 de julio en Basora, pero los eventos se intensificaron y propagaron por las demás provincias en el sur de Irak después de que un manifestante muriera de las manos de las autoridades.
El primer ministro iraquí, Haider al Abadi, que se trasladó en persona al lugar de las protestas para negociar con los manifestantes, anunció siete medidas para cumplir con sus exigencias. Entre ellas está la decisión de destinar unos 3.000 millones de dólares para establecer el abastecimiento de agua potable y electricidad, así como mejorar los servicios médicos.
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