"[Ambos países están] en una situación de mucha presión. Los mercados están nerviosos y ello a pesar de que la guerra comercial entre EEUU y China se veía venir. Es posible que una vez más [EEUU y China] muestren la voluntad política de no entrar en ese escenario", explica Maslénnikov.
"Al final podemos encontrarnos ante el escenario menos halagüeño: una nueva crisis como la de 2008 y 2009 (…) Los chinos entienden los riesgos con los que se pueden topar. No desean tener que enfrentarse a una nueva crisis porque puede ser un golpe muy fuerte, sobre todo, para la clase media", explica.
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Si bien el daño para ambos países será casi el mismo, Maslénnikov reconoce que, sin embargo, los riesgos que puede traer con él, su magnitud y su alcance pueden ser un grave problema para China, ya que la economía de Estados Unidos tiene un sistema financiero bastante más desarrollado y su economía está completamente abierta e integrada en el mercado global, a diferencia de la china, por lo que el país asiático podría estar más interesado en alcanzar algún acuerdo o compromiso.
Las principales consecuencias a corto y medio plazo provocarán cambios sustanciales en el sistema mundial de mercados, según Ekaterina Arápova, experta en la Universidad de Relaciones Internacionales MGIMO de Moscú.
"Pueden haber consecuencias negativas para la Organización Mundial del Comercio y para las reglas y los principios que el comercio mundial establece", advierte a Sputnik.
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¿Qué ocurrirá a largo plazo? La transformación de la economía china, que de un tiempo a esta parte ha ido experimentando una progresiva apertura al mundo, podría sufrir un empujón: el consumo interno del país y la promoción de los productos nacionales se convertirán en el motor principal de la economía china, prosigue Arápova.
"Las medidas con las que responderá China a Estados Unidos son puntuales. Solo las aplica en aquellos sectores en lo que es posible prescindir de las importaciones estadounidenses", explica.
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A ello se añade que esas mismas medidas solo se apliquen a la producción de ciertos estados norteamericanos. En concreto, a la de aquellos que votaron mayoritariamente a Donald Trump durante las elecciones presidenciales de 2016. Se trata de productos como la soja, el maíz, el trigo, el arroz, la ternera o la carne de ave, entre otros. En 2017, las importaciones estadounidenses a China de este tipo de productos fueron de 24.100 millones de dólares; el 19% de todos los productos agrícolas que importa el país asiático.