El volumen de algunas de las inversiones chinas —hechas en infraestructuras básicas situadas en el este y el sur de Europa y en empresas tecnológicas del oeste— ha hecho saltar las alarmas en la UE. Líderes europeos como la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente galo, Emmanuel Macron, están exhortando a que el bloque elabore una estrategia común que permita controlar el avance de China en el continente. Lo hacen a pesar de la oposición de los países de la periferia de la Unión, como Grecia, Portugal y Chipre, que se muestran reticentes al respecto.
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En los últimos diez años, las inversiones del gigante asiático en Europa alcanzaron los 318.000 millones de dólares. La agencia informa de que los datos disponibles subestiman el tamaño y la escala real de las ambiciones del país asiático en el Viejo Continente.
El Reino Unido ocupa el primer lugar en la lista de principales destinatarios de las inversiones chinas. Entre 2008 y 2018, Pekín invirtió en este país más de 70.000 millones de dólares. Solo la Corporación de Aluminio de China invirtió 14.100 millones de dólares en la empresa británica Rio Tinto.
Le sigue Alemania tras recibir inversiones chinas valoradas en más de 20.000 millones de dólares. El acuerdo tal vez más destacado entre empresas de ambos países fue el que se firmó hace dos años, cuando el fabricante de electrodomésticos chino Midea Group se hizo con el fabricante alemán de robots industriales KUKA por unos 5.000 millones de dólares.
El tercer lugar en cuanto al volumen de inversiones chinas fue para Francia. En total, el gigante asiático invirtió más de 13.000 millones de dólares en el país galo entre 2008 y 2018. De acuerdo con Bloomberg, los chinos adquirieron 360 compañías europeas —incluidas el productor italiano de neumáticos Pirelli y la empresa irlandesa de arrendamiento de aeronaves Avolon—. Además, los empresarios chinos poseen parcial o completamente 4 aeropuertos, 6 puertos, centrales eólicas en al menos 9 países de Europa y 13 clubs de fútbol profesionales.
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A escala global, más de 670 empresas chinas, incluidas las que se sitúan en Hong Kong, han invertido en Europa durante los últimos diez años. Un centenar de ellas son total o parcialmente estatales —y al menos 30 son administradas por autoridades provinciales chinas—.
Por último, los autores del estudio afirman que las empresas chinas continúan interesándose por los activos europeos. Entre estos activos destacan los proyectos relacionados con la construcción de reactores nucleares en Rumanía y Bulgaria, la compra de una terminal de contenedores en Croacia y la construcción de un puerto en Suecia y un ferrocarril entre Belgrado y Budapest.