"El encarcelamiento de Lula es el segundo paso del golpe que comenzó con el derrocamiento de Dilma en 2016", señaló Granovsky, director del Núcleo de Estudios del Brasil de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo.
"Quieren profundizar la inserción internacional de Brasil con Estados Unidos y alejarlo de los BRICS, grupo del que forma parte pero ya sin intensidad con China, India, Rusia y Sudáfrica; quieren profundizar políticas como la reforma laboral y terminar con la reforma jubilatoria; quieren liquidar a la petrolera estatal Petrobras y quieren privatizar bancos públicos", enumeró el experto.
En este propósito se afana un sector de los grandes medios de comunicación, "sobre todo O Globo, que tiene el monopolio de la televisión abierta", incidió el historiador.
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También es parte de esta confabulación un segmento del poder judicial, tanto en la procuración (fiscalía) como en el Tribunal Supremo, del que no pueden ser excluidos "el juez Sérgio Moro, que fue quien condenó a Lula en primera instancia, y los camaristas que confirmaron posteriormente su sentencia sin pruebas", esgrimió Granovsky.
El periodista aludió así al PMDB (Partido del Movimiento Democrático Brasileño) al que pertenece el presidente Michel Temer y al PSDB (Partido de la Social Democracia Brasileña) cuyo referente es el expresidente Fernando Henrique Cardoso (1995-2003).
"Esos sectores quieren que el país involucione de manera irreversible para retrotraerlo al Brasil anterior a la esclavitud de 1888 o al posterior a la abolición, donde los esclavos habían dejado de pertenecer a sus dueños pero no tenían libertades y derechos desarrollados", consideró el argentino.
En este proceso, que fue definido como una contrarreforma por Marco Aurélio García, historiador brasileño y asesor de Lula fallecido en 2017, "el proyecto es un Brasil que vaya para atrás pero que no vuelva nunca para adelante".
Justicia cómplice
Esta concepción es errónea "porque a nivel empresario la justicia se concentró en Odebrecht (la mayor constructora del país), y a nivel político se concentró en el PT (Partido de los Trabajadores de Lula y Dilma)".
Al margen de que haya otros empresarios y políticos procesados o condenados, el historiador resalta la diferencia de trato que recibió Lula con respecto al senador Aécio Neves, excandidato presidencial del PSDB en 2014.
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"Lula tiene ahora vía libre para ir preso porque la presidenta de la Supremo Tribunal Federal, Cármen Lucía, inclinó la balanza en contra de Lula, mientras que fue quien salvó a Aécio Neves".
Pero el caso de Lula es diferente, a juicio del historiador argentino, "porque no hay prueba fehaciente de que haya recibido sobornos, sino que fue condenado por rumores, lo que va contra cualquier tipo de libertades individuales, legalidad y estado de derecho".
Puede concluirse, por ello, que "la justicia brasileña es irregular, se basa en el estado de excepción y es selectiva", enfatizó.
Sociedad brasileña
El especialista en política brasileña mostró poco optimismo de que la sociedad brasileña se movilice para defender al expresidente brasileño.
"Hasta ahora lo que muestra Brasil es que hay una aceptación pasiva de Lula cada vez mayor que lo haría ganar en primera y en segunda vuelta, pero esa aceptación pasiva no se traduce en una pelea activa ni por sus derechos ni por los derechos de sus votantes", reflexionó el analista.
"Cuando en política hay un vacío, los vacíos se ocupan, y en este caso, se ha adueñado de este espacio la derecha más cruel y esclavista del continente", finalizó Granovsky.
Lula fue condenado a 12 años y un mes de cárcel por presuntos delitos de corrupción y blanqueo de dinero, acusado de haber recibido de manos de la constructora OAS un apartamento de lujo.