"Kim Yong-nam es una figura simbólica que no tiene ninguna relación con la toma de decisiones en Corea del Norte. Es un 'presidente ceremonial', nada más. Teniendo en cuenta su edad y posición, en gran medida, es el jefe simbólico del 'Parlamento simbólico' norcoreano", explicó.
De acuerdo con Lankov, es posible que Seúl y Pyongyang alcancen ciertos acuerdos secretos, pero no hay que esperar mucho del próximo encuentro entre Kim y Moon.
Manos atadas
Seúl entiende que cualquier intento de mejorar la cooperación económica con Pyongyang y tratar de hacer "algo más allá de intercambios deportivos y culturales" causaría una profunda indignación de Washington, añadió el analista.
"El Gobierno surcoreano está conformado actualmente por personas con una visión más negativa que positiva de Estados Unidos; sin embargo, ellos entienden que en la situación actual no pueden permitirse arruinar las relaciones con Washington", expuso.
Corea del Sur tiene relaciones bastante tensas con China y Japón de allí que el declive de la alianza con Estados Unidos debilitaría las posiciones de Seúl en los posibles conflictos con sus vecinos, destacó Lankov.
Víctima de chantaje
El mandatario estadounidense, Donald Trump, en numerosas ocasiones ha declarado que este acuerdo es más provechoso para Seúl, que para Washington, recordó el experto.
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Según Lankov, el tratado en cierta medida es desigual y esto beneficia a Corea del Sur. Seúl evidentemente no quiere perder este privilegio ya que depende fuertemente del comercio con Estados Unidos. En otras palabras, el vecino del sur no quiere perder este mercado, agregó.
"La reacción de Washington hacia cualquier acuerdo [entre Seúl y Pyongyang] será extremadamente negativa. Corea del Sur no se arriesgaría a entrar en un conflicto contra Washington. Esto no tiene nada que ver con hipotéticas simpatías ideológicas del Gobierno surcoreano hacia Estados Unidos, sino se debe a la realidad política objetiva", concluyó.