Después del infame intento de atacar las bases rusas en Siria con un enjambre de drones, considerado el primer ataque de este tipo en las guerras contemporáneas, los analistas militares se pusieron a analizar las implicaciones y las posibles defensas ante esta nueva amenaza.
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Pero en realidad, la Defensa del país tomó nota de las nuevas amenazas hace tiempo e inició el desarrollo de un nuevo proyectil, mejor adaptado para derribar blancos pequeños, señala el medio Izvestia.
El resultado de esta labor ha sido un misil antiaéreo guiado de tamaño y peso reducidos que ya impacta con garantía contra los blancos de entrenamiento.
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La principal novedad del proyectil es que tiene un motor solo en su primera 'etapa': al acercarse al objetivo la ojiva se separa de su impulsor mediante un acelerador de pólvora. En principio, el proyectil es más simple: sacrifica el alcance al mantener una alta maniobrabilidad y ser mucho más económico.
Los cambios introducidos el diseño del misil permiten colocar hasta cuatro proyectiles en el tubo de lanzamiento convencional del Pantsir-S1, lo que permite atacar una considerablemente mayor cantidad de blancos a la vez, comentó al medio Antón Lavrov, un experto militar ruso.
"Como regla, los nuevos proyectiles antiaéreos tardan unos años para entrar en servicio, pero hay que partir de la situación actual. Este tipo de misiles es necesario ahora mismo para contrarrestar las nuevas amenazas contra las instalaciones militares rusas en Siria", agregó Lavrov al opinar que los 'Gvozd' llegarán al Ejército en un plazo más próximo posible.
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