Del sistema solar TRAPPIST-1 solo se sabía que sus planetas eran parecidos a la Tierra y que podrían contener agua en su superficie. Se creía que, como su sol —alrededor del cual orbitan— lanza unas llamaradas y unos vientos solares tan potentes que alcanzan millones de kilómetros, era imposible que alguno de los planetas del sistema pudiesen albergar atmósfera.
El estudio de Proceedings of the National Academy of Sciences analiza las posibilidades que tiene cada uno de los siete planetas de TRAPPIST-1 y concluye que las probabilidades de que tengan no son nada desdeñables.
Sin embargo, eso no significa que todos los exoplantes de ese sistema solar —situado a 40 años luz de la Tierra— sean capaces de albergar atmósfera, sino que algunos sí que podrían hacerlo. Aquellos que están más lejos de TRAPPIST-1 —como así se le llama a la estrella del sistema— son los que las tienen todas consigo.
Habrá que esperar hasta 2019 para conocer todos los secretos de TRAPPIST-1. Será entonces cuando la NASA lance al espacio su telescopio James Webb, con potencia suficiente para analizar la composición química de estos exoplanetas, para entonces poder salir de dudas.
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