"Es innegable que las grandes organizaciones internacionales, incluida la Corte Penal Internacional, tienen un sesgo eurocéntrico, un sesgo del norte global. Sobre todo porque nuestro concepto del derecho internacional se basa en la perspectiva del norte global y, principalmente, en la interpretación de la historia de Europa", apuntó.
"La CPI no tiene, digámoslo así, herramientas suficientes para imponer su voluntad. Por lo tanto, queda sometida, precisamente, a los intereses del norte global", añadió.
"El proceso comenzó durante el primer mandato del [presidente Donald] Trump. Y cuando eso aconteció, el tribunal y su fiscal de entonces fueron severamente sancionadas por Trump. Estas sanciones fueron suspendidas —atención, suspendidas, pero no canceladas— por la Administración Biden", destacó.
Independiente, pero sin poder
"Entonces, al final nos encontramos con esta evidente contradicción de ser una organización independiente, porque no está vinculada a nadie, y que, sin embargo, cuando intenta avanzar o actuar de forma realmente independiente, no lo consigue", sostuvo el experto.
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