Los acuerdos que se cerraron entre Pekín y Moscú tienen que ver con la energía, la industria aeroespacial, la inteligencia artificial, la agricultura, la inspección y la supervisión de cuarentenas, así como la sanidad, la investigación científica, la educación y los medios de comunicación, según las autoridades del país asiático.
Sobre ello, el presidente ruso, Vladímir Putin, dijo que la relación bilateral "refleja la naturaleza estratégica de los lazos ruso-chinos, que actualmente se encuentran en un nivel sin precedentes".
En este marco, la compañía rusa Gazprom y la corporación china CNPC firmaron un acuerdo que prevé la construcción de gasoductos de exportación adicionales para aumentar los suministros del gas natural de Rusia a China. El proyecto se llama Fuerza de Siberia-2 y suministrará 50.000 millones de metros cúbicos de gas al año desde los yacimientos de Siberia Occidental a China a través de Mongolia. Se espera que el contrato del proyecto tenga una duración de 30 años, detalló el jefe de Gazprom, Alexéi Miller.
El vínculo entre ambas naciones quedó todavía más reforzado en el
Desfile del Día de la Victoria de China, que conmemora el
80.º aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial y la victoria china contra las fuerzas imperiales japonesas, señalan expertos, quienes también destacan la presencia del líder norcoreano,
Kim Jong-un.
"La reunión entre Xi Jinping, Vladimir Putin y Kim Jong-un es un acto que comunica cohesión y fortaleza. El desfile militar y la foto conjunta de los tres líderes funcionan como una puesta en escena diplomática, destinada a mostrar que existe una cooperación visible y consistente entre actores que buscan reafirmar su autonomía estratégica", dice la maestra en estudios de Asia y África con especialidad en China por el Colegio de México, Michelle Calderón.
El analista internacional de la UNAM, Carlos Manuel López Alvarado, considera que lo acontecido en los últimos en Pekín es "el resultado del multipolarismo que tanto anticipaban líderes como Vladímir Putin".
En ese sentido, afirma que la cooperación creciente entre China y Rusia es
"una cubeta de agua fría" para la Unión Europea (UE) que, en diferentes formas y en distintos niveles, ha promovido discursos y políticos antirrusas y antichinas.
Lo que une a Rusia y China, agrega Calderón, no es solo la conveniencia práctica, sino "la idea compartida de que el sistema internacional debe abrirse a múltiples polos de poder y que la soberanía de los Estados debe respetarse sin condicionamientos externos".
"Esta visión se refuerza con proyectos conjuntos de infraestructura y energía, como el gasoducto Fuerza de Siberia 2, que consolidan una interdependencia a largo plazo, y desde luego, con la Organización de Cooperación de Shanghai", concluye la también académica de la UNAM.