En su entrevista, Belén y Aníbal, quienes se definen como "viajeros", contaron que hace ocho años tuvieron el sueño de salir con rumbo al continente asiático, como una ruta diferente a lo que acostumbraban, y fue así como en el año 2017 comenzaron su trayecto en Rosario, Argentina. Los últimos tres años, junto a ellos, está también Intiano, su hijo.
Estando en Italia decidieron adquirir el vehículo que los acompañaría en su periplo. Desde ahí comenzaron un largo recorrido, que entre una y otra vuelta, los condujo hasta Rusia, a donde "nunca imaginaron que iban a llegar".
Se trasladan a bordo de la Mamut, una casa rodante del año 1978 con una larga trayectoria, a la que definen como "la gran protagonista" de esta historia, puesto que es como un miembro más de la familia y que los ha llevado a recorrer casi 100.000 kilómetros.
Han pasado por algunos países de Europa, así como Turquía, Irán, Pakistán, "la ancestral India" —como la llamaron— y también Birmania, país al que por fortuna tuvieron la oportunidad de ingresar por unos pocos meses.
Comentan que un gran beneficio es que "Sudamérica es muy querida en el mundo" y cuando ven un pasaporte argentino, en cada frontera "nos hace corazón y vida", expresando de ese modo el buen recibimiento que han experimentado a lo largo de su trayecto.
En Tailandia permanecieron un tiempo para desde ahí poder visitar algunos países de Oceanía y hace dos meses y medio inician un nuevo recorrido, ahora por Laos, China, Mongolia, ingresando a Rusia a la altura del lago Baikal, y a través de la ruta transiberiana llegaron a Moscú.
Los próximos kilómetros de ruta no los han definido completamente, no obstante, en su viaje a través de Rusia, han tenido la oportunidad de ingresar a poblados en los que fueron gratamente sorprendidos por el entorno tanto humano como natural.
Al ser consultados por si tuvieron alguna duda o apremio respecto a la idea de visitar Rusia, destacaron su disposición a ver de primera mano la realidad y evitar ser influenciados por otras opiniones.