El hallazgo aporta nuevas pistas sobre el poderío de los Kaanu’l, una de las dinastías más poderosas del mundo maya, cuyo linaje gobernó las tierras bajas mayas entre los años 500 y 730.
En la cúspide de su poderío, este linaje habitó Dzibanché en los periodos Clásico Temprano y Tardío, entre los años 250 y 650 de nuestra era. Más adelante, los Kaanu’l se dividieron en dos grupos, de los que uno permaneció en el asentamiento y el otro se estableció en Calakmul.
"Fue una dinastía poderosa, de la cual en Dzibanché quedan numerosos edificios, ofrendas u otros elementos que nos hablan de sus creencias o hazañas bélicas", observó la titular del Programa de Mejoramiento de Zonas Arqueológicas (Promeza) en Dzibanché, la arqueóloga Sandra Balanzario Granados.
El par de plataformas —cuyas dimensiones, en promedio, son de 3 metros de largo por 1.6 metros de altura— corresponde a dos subestructuras que se ubican al poniente del Juego de Pelota II del asentamiento prehispánico, explicó Balanzario Granados.
A decir de la experta, ya se tenían indicios de las subestructuras desde temporadas de campo previas. Sin embargo, gracias al Promeza —instrumentado a través del INAH, en paralelo al proyecto Tren Maya— fue posible ampliar los alcances de las exploraciones en Dzibanché y, con ello, identificar tres escenas de relieves estucados: dos en la primera plataforma y una en la segunda.
La primera de las escenas, detalló la arqueóloga, muestra a dos guardianes que limitan en un pedestal en el que, en tiempos antiguos, debió haber una estructura. Además, el podio incorpora glifos alusivos a un gobernante de la dinastía Kaanu’l, conocida también como la dinastía Serpiente.
14 de septiembre, 00:53 GMT
Mientras que la segunda escena manifiesta individuos que aluden a ancestros que asemejan habitar en el cielo nocturno, con estrellas, serpientes y otros motivos propios de las iconografías maya y teotihuacana.
El comunicado del INAH detalla que, en este relieve, es notoria la ausencia de una figura central. Por esa razón, los investigadores no descartan que las dos efigies faltantes fueran removidas por los propios habitantes de la ciudad en el pasado.
La tercera escena, por su parte, desvela un conjunto de animales mitológicos asociados con constelaciones.
"Un rasgo que comparten las tres escenas son representaciones de serpientes entrelazadas, lo que indica que estamos ante imágenes con las que los gobernantes de Dzibanché buscaban reafirmar su ancestría o linaje", dijo el epigrafista y colaborador independiente del Promesa, Alexander Tokovinine.
"Recordemos, además, que en las sociedades mayas prehispánicas, los jerarcas eran vistos como los representantes de los dioses en la Tierra", añadió.
Los expertos señalaron que la temporalidad de las plataformas y los relieves que las caracterizan corresponde al periodo Clásico Temprano (500-600 d.C.), por lo que es posible concluir que coincide con el auge de la urbe maya.
Respecto al cuidado de los relieves, en la actualidad un equipo de 98 expertos en las áreas de arqueología, restauración, arquitectura, antropología física y administración, además de 92 auxiliares, están dedicados a esta labor.
Dichos trabajos comenzaron en diciembre de 2023 y continuará hasta finales de diciembre de este año, puesto que los estucos —formados por morteros de cal con sascab o polvo de piedra— preservan restos de colores rojo, azul, amarillo y negro, por lo que su exposición al ambiente y a la humedad requiere un proceso de restauración muy minucioso.
"Para nosotros es un gran hallazgo, ya que, si bien teníamos relieves estucados en edificios más grandes, jamás hubiéramos pensado encontrar en un juego de pelota fachadas tan decoradas y con significados tan profundos como, al parecer, tienen estas", ponderó Balanzario Granados.
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