"El período de vibración del suelo se ha ido acortando con el tiempo porque el suelo se ha hecho más rígido. Sabemos que, en el oriente, la respuesta en el futuro debido al hundimiento va a ser más desfavorable y debemos considerarla desde este momento para la construcción de infraestructura", le dijo al medio el miembro de la Sociedad Mexicana de Ingeniería Geotécnica (SMIG) y de la Sociedad Mexicana de Ingeniería Sísmica (SMIS), Raúl Aguilar Becerril.
Por su parte, el miembro de la Sociedad Mexicana de Ingeniería Estructural (ESMIE) y del Instituto Americano de Construcción en Acero (AISC, por sus siglas en inglés), Rodolfo Valles Mattox, reconoció que, tras el sismo de 2017, en el que fallecieron al menos 230 personas solo en la capital, se registró una cantidad menor de colapsos de edificios en comparación con el sismo de 1985.
Sin embargo, el experto hizo un llamado a estar mejor preparados para un futuro sismo. "Hay que hacer algo con las estructuras existentes, debemos modernizarlas o descartar algunas para tener una ciudad segura", dijo el ingeniero.
En una entrevista previa con Sputnik, el investigador del Instituto de Geología de la UNAM, Sergio Raúl Rodríguez Elizarrarás, detalló que la Ciudad de México se hunde de forma diferenciada debido a la extracción de agua del subsuelo.
De acuerdo con el académico universitario, hay zonas que se hunden más que otras, lo que genera agrietamientos, aberturas o fracturas en el suelo, afectando a las construcciones e infraestructura de la capital.
"Si queremos realmente poner una especie de límite y que estos impactos en realidad puedan llegar a ser considerablemente menores, se tienen que tomar en cuenta los estudios de regularizaciones, de ordenamiento y que las zonas que no son aptas ya para el crecimiento urbano, deban de ser limitadas (...) la ciudad puede crecer en otros aspectos", puntualizó Rodríguez Elizarrarás.
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